El regreso de Ywain y el misterio de Azubah
Era un día nublado en el pequeño pueblo de Valleverde, donde vivían Kair y Ywain. Desde pequeños, habían sido inseparables, explorando cada rincón del campo y soñando con aventuras heroicas. Sin embargo, un día, mientras jugaban en el bosque cercano bajo la lluvia, Ywain decidió aventurarse un poco más lejos.
"- Voy a ver qué hay al otro lado de ese arroyo! - gritó Ywain, emocionado, mientras saltaba de piedra en piedra.
"- ¡Cuidado, Ywain! - lo advirtió Kair, preocupado. El bosque podía ser peligroso, especialmente con la tormenta que se acercaba.
Pero Ywain ya había desaparecido entre la maleza. Kair esperó y esperó, pero después de un rato, comenzó a preocuparse. Así que decidió ir a buscarlo. Llamó su nombre y recorrió el bosque, pero no había señales de su amigo.
Pasaron dos días, y justo cuando Kair estaba a punto de rendirse, Ywain apareció de repente entre los árboles! Sin embargo, algo no estaba bien. Su mirada era distante, como si algo lo estuviera controlando.
"- ¡Ywain! - exclamó Kair, corriendo hacia él. - ¡Te estaba buscando! ¿Dónde estuviste?"
"- Pude escuchar susurros... - respondió Ywain, mientras sus ojos brillaban con una extraña luz. - Azubah me mostró secretos… cosas que nunca había imaginado."
Kair frunció el ceño, no entendía. No sabía quién era Azubah, pero algo dentro de él le decía que no era bueno.
A partir de ese momento, Ywain comenzó a actuar de manera extraña. Se volvía irritable y a menudo hablaba solo, como si estuviera compartiendo sus pensamientos con alguien más. Notó que sus habilidades en el juego habían mejorado, pero eso no era lo que le preocupaba a Kair.
"- ¿Ywain, te sientes bien? - preguntó Kair una tarde.
"- Estoy mejor que nunca. ¡Siempre hay algo nuevo que descubrir! - Ywain respondió, mientras contemplaba el cielo.
Kair, angustiado, decidió hablar con su familia. Su madre le contó historias de un espíritu llamado Azubah, que enloquecía a las personas que exploraban su bosque. Para liberar a Ywain, Kair necesitaba encontrar el Amuleto de Luz, que estaba escondido en la cueva de la montaña Kallé.
Así que, lleno de determinación, Kair emprendió su viaje.
Después de un día de caminar, Kair llegó a la cueva, enfrentándose a obstáculos que requerían valentía y astucia. En su camino, encontró acertijos que resolver y animales que lo guiaron. Cada vez que solucionaba algo, sentía que se acercaba más a su objetivo.
Finalmente, al alcanzar la cámara principal de la cueva, encontró el Amuleto de Luz, resplandeciendo con un brillo cálido.
"- ¡Lo tengo! - gritó Kair, llenándose de esperanza. - Ahora, volveré a Ywain."
Sin perder tiempo, volvió corriendo al bosque. Era de noche cuando finalmente encontró a Ywain cerca del arroyo donde se había perdido.
"- ¡Ywain! - llamó Kair. - ¡Mira lo que tengo!"
Ywain giró, con sus ojos aún brillando raramente. "- ¿Qué es eso? - preguntó, su tono despectivo."
"- Es el Amuleto de Luz. ¡Es la única manera de traerte de vuelta! - insistió Kair, acercándose a su amigo. - ¡Tienes que luchar contra Azubah!"
Kair alzó el amuleto, proyectando una luz brillante que iluminó todo el bosque. Ywain titubeó, como si algo dentro de él estuviera luchando. "- No puedo… Azubah me necesita…".
Kair dio un paso adelante. "- Pero tú eres más fuerte. Eres mi mejor amigo. No dejaré que Azubah te controle.¡Recuerda nuestras aventuras juntas! ¡Recuerda nuestras promesas!"
Ante aquellas palabras, la luz del amuleto creció aún más. Ywain gritó, y la luz lo envolvió por completo. Azubah dejó su cuerpo, desvaneciéndose en la oscuridad.
Ywain cayó de rodillas, ahora libre y de regreso a sí mismo. "- Kair... ¿qué pasó?" - preguntó confundido.
"- Te encontré, te luché y te traje de vuelta - respondió Kair con una enorme sonrisa, abrazando a su amigo. - Nunca estaré lejos de ti, ni en las peores circunstancias."
Ywain se levantó, aún aturdido, pero agradecido. Juntos, se alejaron del bosque bajo la luz de la luna, dejando atrás los ecos de Azubah.
Desde entonces, Ywain aprendió sobre el valor de su propia fuerza y la importancia de las amistades verdaderas. A partir de esa experiencia, ambos amigos decidieron seguir explorando, pero siempre con cuidado y sabiduría, sabiendo que juntos podían enfrentar cualquier cosa.
FIN.