El Reino de la Felicidad



Había una vez en el lejano reino de Felicidad, donde la arena y la sal se unían en armonía bajo el reinado de Salvi y Coral. En este lugar mágico, los animales jugaban entre el sol y el amor, mientras las hadas revoloteaban alrededor de Elena, la más joven de las hadas.

Un día, Salvi, el anciano sabio del reino, se acercó a Coral y le dijo:

"Querida Coral, he notado que algunos animales del bosque se ven tristes. Debemos averiguar qué les pasa."

Coral asintió y respondió:

"¡Tienes razón, Salvi! Vamos a buscar la causa de su tristeza."

Juntos, se adentraron en el bosque encantado. Allí encontraron a Ravi, el conejo, con las orejas caídas.

"¿Qué te sucede, Ravi?" preguntó Coral con preocupación.

"Estoy triste porque no puedo encontrar amigos con quienes jugar. Todos parecen muy ocupados."

"No te preocupes, Ravi. ¡Organicemos una gran fiesta! Todos estarán invitados", sugirió Salvi.

Los tres amigos comenzaron a planear la fiesta. Mientras tanto, Elena estaba mirando desde las alturas, y al escuchar, decidió ayudar.

"¡Puedo hacer que caigan estrellas de colores para la fiesta!" dijo emocionada.

Así fue como, con la ayuda de Elena, empezaron a organizar la gran celebración. A medida que las estrellas caían del cielo, los animales comenzaron a llegar. Pero había alguien más que observaba en las sombras: el travieso Dragón de la Gravedad, que no quería que la fiesta sucediera.

El dragón, al defender su cueva, declaró:

"No quiero que hagan ruido, ¡me molesta!"

"Pero, querido Dragón, ven a unirte a nosotros. Te prometemos que será divertido", le dijo Coral con una sonrisa.

"¿Fun… divertido? Nunca he tenido una fiesta antes."

Salvi, Coral y Elena trabajaron en un plan para convencer al Dragón. Le contaron sobre juegos, risas y los maravillosos manjares que prepararían. El Dragón dudó y finalmente aceptó:

"Está bien, pero sólo si hay medallas de oro para el ganador de la carrera de obstáculos."

Esa fue una gran sorpresa. ¡El Dragón era competitivo! Con gran alegría, los preparativos continuaron. El día de la fiesta, todos los animales y hadas se reunieron en el claro del bosque. Estallaron risas y música, y, para sorpresa de todos, el Dragón se unió a ellos, llevando consigo medallas brillantes.

Eran tiempos de alegría, pero De repente, un fuerte viento comenzó a soplar y las estrellas de colores empezaron a desvanecerse.

"¡Oh no! ¿Qué está pasando?" exclamó Elena.

"Es la tormenta del descontento, que aparece cuando hay tristeza en el corazón de alguien", dijo Salvi preocupado.

Ravi, viendo a su amigo Dragón desanimado, recordó lo que había aprendido sobre la amistad. Decidió acercarse y le dijo:

"¿Por qué no te unes en la carrera de obstáculos? Te hará sentir mejor."

El Dragón, un poco inseguro, aceptó:

"De acuerdo, ¡haré mi mejor esfuerzo!"

Así que, contra todos los pronósticos, el Dragón participó en la carrera y, para sorpresa de todos, no sólo corrió, sino que también ayudó a los demás a superar los obstáculos. La alegría regresó al reino y las estrellas de colores comenzaron a brillar nuevamente.

Al final de la carrera, el Dragón se sonrojó al recibir su medalla de oro:

"¡Esto fue lo más divertido que he tenido en años!"

"Entonces, siempre puedes unirte a nosotros, Dragón. Aquí siempre hay lugar para más amigos", le dijo Coral.

La fiesta continuó, con risas, baile y nuevos lazos de amistad. A partir de aquella noche, el Dragón del Bosque se convirtió en un amigo muy querido y el reino de Felicidad se llenó de nuevas aventuras juntos.

Desde aquel día, lo animales aprendieron que a veces, solo hay que abrir el corazón y dar la oportunidad de la amistad a quienes menos a uno le imagina. Y así, en el reino de Felicidad, siempre habrá espacio para más risas, aventuras y amor entre amigos.

FIN.

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