El Reino de los Animales y el Rey Bondadoso
Érase una vez en un reino muy lejano, donde un Rey amable y una Reina cariñosa gobernaban con justicia. Este reino no era como cualquier otro; estaba habitado por muchos animales que vivían en armonía. Había leones, elefantes, aves de colores, y hasta un sapo que cantaba ópera.
Un día, mientras el Rey paseaba por los jardines del palacio, escuchó un gran alboroto en el bosque cercano. Se acercó y vio a una manada de ciervos asustados.
"¿Qué sucede, amigos?" - preguntó el Rey con preocupación.
"Tu Majestad! Un enorme lobo ha llegado y nos está asustando. Nos roba nuestra comida y grita muy fuerte. No sabemos qué hacer!" - respondió un ciervo temeroso.
El Rey, al escuchar esto, sintió que debía hacer algo. Llamó a la Reina y le explicó la situación.
"Debemos ayudar a nuestros amigos del bosque, cariño. No podemos permitir que un solo animal infunda miedo en todos los demás." - dijo el Rey decidido.
La Reina asintió, y juntos idearon un plan.
"Voy a hablar con el lobo y preguntarle por qué se comporta de esa manera. Tal vez haya algo que lo preocupa," - sugirió la Reina.
El Rey, aunque tenía dudas, confió en su esposa y organizaron un encuentro con el lobo. El lobo, que se llamaba Lucho, era grande y tenía unos ojos penetrantes que asustaban a cualquiera. Sin embargo, Lucho se mostró sorprendido al ver al Rey y a la Reina frente a él.
"¿Qué desean, Majestades?" - preguntó Lucho con voz fuerte.
"Hemos venido a hablar contigo, Lucho. Nos preocupa que estés asustando a nuestros amigos en el bosque. ¿Por qué lo haces?" - preguntó la Reina con ternura.
El lobo, en vez de responder con rabia, se quedó en silencio y comenzó a mirar hacia el suelo.
"Krrr... No lo hago porque quiera asustarlos. Es que estoy muy hambriento y no sé cazar. La vida en la selva se ha vuelto difícil para mí." - confesó Lucho, su voz ahora era más suave.
El Rey y la Reina se miraron, llenos de compasión. El Rey pensó rápidamente en una solución.
"Si te ayudamos a cazar, ¿prometes no asustar más a los demás animales?" - propuso el Rey.
"Sí, lo prometo, pero no sé cazar," - respondió Lucho con tristeza.
La Reina sonrió, "No te preocupes, Lucho. Juntos podemos enseñarte. Ven, organizaremos una gran fiesta para todos los animales del bosque. Al final de la fiesta, habrá una cacería guiada. Todos conspiraremos para que puedas aprender a cazar. ¿Qué te parece?"
Lucho se sintió emocionado, "¿De verdad me ayudarán? ¡Gracias, gracias!" - gritó, saltando de alegría.
Así, el Rey, la Reina y Lucho organizaron una gran fiesta en el bosque. Invitaron a todos los animales y prepararon deliciosos platillos. Mientras celebraban, comenzaron el taller de caza. Con la ayuda de los amigos del bosque, Lucho aprendió a cazar con cuidado y consideración.
Los días pasaron y Lucho se convirtió en un gran cazador. Ya no necesitaba robar la comida de los otros animales, y comenzó a compartir lo que cazaba. Ahora era el rey del bosque, pero uno muy diferente al anterior - uno amistoso y comprensivo.
Los animales estaban felices y agradecieron al Rey y a la Reina por haber resuelto el conflicto sin violencia.
"Nunca olvidaremos lo que han hecho por nosotros!" - exclamó un pequeño conejo.
El Rey sonrió, "Recuerden que la bondad y la unión siempre superan el miedo. Juntos somos más fuertes."
Desde ese día, el Reino de los Animales prosperó como nunca antes y todos aprendieron la importancia de la empatía y la cooperación.
Y así, el Rey, la Reina, y todos los animales del bosque vivieron siempre felices, disfrutando de la paz que habían construido juntos.
FIN.