El Reino de los Climas
En un reino lejano, vivían en armonía la Primavera, el Verano, el Otoño y el Invierno.
Cada uno de ellos tenía el poder de traer consigo las características únicas de su estación, haciendo del reino un lugar mágico y lleno de vida. Sin embargo, un año algo extraño sucedió. La falta de lluvias comenzó a causar estragos en el reino. Las plantas se marchitaban, los ríos se secaban y los animales tenían sed.
Al ver el sufrimiento de su reino, los cuatro climas se reunieron en el Consejo de las Estaciones para encontrar una solución. "¿Qué está pasando en nuestro reino?", preguntó la Primavera con preocupación. "No lo sé, pero algo debe estar afectando nuestro equilibrio", respondió el Verano.
"Las plantas y animales necesitan agua para sobrevivir, debemos hacer algo al respecto", dijo el Otoño. "Estoy de acuerdo. Debemos trabajar juntos para resolver este problema", añadió el Invierno.
Decidieron emprender un viaje al Gran Árbol Sagrado, cuyas raíces se extendían por todo el reino y se decía que contenía la sabiduría ancestral. Al llegar, el Gran Árbol les habló con voz suave pero firme.
Les explicó que la falta de lluvias no era un castigo, sino una señal de que debían aprender a trabajar juntos en armonía, así como lo hacían las estaciones.
"Cada uno de ustedes tiene un papel vital en el ciclo de la naturaleza, y es necesario que colaboren para restaurar el equilibrio", les dijo el Gran Árbol. Inspirados por las palabras del árbol, los cuatro climas se comprometieron a unir sus dones y trabajar en equipo.
La Primavera aportaría sus lluvias refrescantes, el Verano su energía cálida, el Otoño su sabiduría para conservar el agua, y el Invierno su capacidad de purificarla. Juntos, recorrieron el reino, ofreciendo su ayuda a las plantas sedientas y a los animales desesperados.
Poco a poco, las nubes grises comenzaron a formarse en el cielo y las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer sobre la tierra reseca. Con el esfuerzo combinado de los cuatro climas, el reino volvió a renacer. Las plantas florecieron, los ríos volvieron a fluir y los animales recuperaron su vitalidad.
El reino estaba lleno de alegría una vez más. Desde entonces, la Primavera, el Verano, el Otoño y el Invierno aprendieron a valorar la importancia de trabajar juntos en armonía para mantener el equilibrio en el reino.
Y así, cada año, colaboraban estrechamente para cuidar de la naturaleza y de todos los seres que habitaban en su maravilloso reino.
FIN.