El reino de los colores mágicos


Había una vez en un reino muy lejano, una princesa muy especial. Se llamaba Valentina y era conocida como "La princesa de mil colores" por su vestido mágico que cambiaba de tonalidad con cada emoción que sentía.

Además, tenía unos cabellos largos y brillantes que llegaban hasta sus tobillos y parecían hechos de oro. Un día, la princesa Valentina decidió organizar una gran fiesta en el castillo para todos los niños del reino.

Quería compartir su alegría y amor por los colores con los demás. Para ello, mandó construir un carrusel gigante con caballos dorados que brillaban bajo el sol y llenó el jardín de golosinas de todos los sabores y formas imaginables.

La noticia de la fiesta se esparció rápidamente por todo el reino y pronto llegaron niños de todas partes para unirse a la celebración. Había risas, juegos y mucha diversión mientras los niños montaban en el carrusel y disfrutaban de las golosinas.

En medio de la fiesta, un niño llamado Lucas se acercó a la princesa Valentina con timidez. "Princesa, ¿por qué tu vestido cambia de color?" preguntó curioso.

Valentina sonrió dulcemente y le explicó: "Mi vestido refleja mis emociones, cuando estoy feliz se llena de colores brillantes como un arcoíris". Lucas quedó maravillado con la respuesta y decidió quedarse junto a la princesa durante toda la fiesta.

Juntos montaron en el carrusel, probaron todas las golosinas e incluso compartieron secretos sobre sus sueños más grandes. Sin embargo, cuando ya estaba anocheciendo, una sombra oscura cubrió repentinamente el castillo. Era un malvado hechicero que había venido a sembrar caos en el reino.

Con un gesto maléfico, convirtió el hermoso carrusel en piedra y las golosinas en cenizas. Los niños comenzaron a llorar desconsoladamente al ver su diversión convertida en tristeza. Pero la princesa Valentina no perdió la esperanza.

Recordando las palabras sabias de su abuela, cerró los ojos fuertemente y concentrándose en sus sentimientos más puros logró restaurar poco a poco todo lo que había sido dañado por el hechicero.

El carrusel volvió a girar con más brillo que nunca, las golosinas regresaron más dulces que antes e incluso los colores del vestido de Valentina parecían resplandecer con mayor intensidad.

Los niños estallaron en aplausos y alegría al ver cómo todo volvía a ser como antes gracias al poder del amor verdadero de la princesa Valentina. Desde ese día, todos aprendieron que no importaba cuántas dificultades se presentaran en sus vidas siempre podrían superarlas si creían en sí mismos y mantenían vivas las llamas del amor dentro de sus corazones.

Y así fue como la princesa Valentina enseñó al reino entero que incluso en medio de la oscuridad más profunda siempre habrá luz si uno tiene fe en sí mismo y comparte esa luz con los demás.

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