El Reino de los Enteros
En un lugar muy lejano, donde los números caminaban y hablaban como si fueran personas, existía un reino llamado El Reino de los Enteros. Este reino era muy especial, porque allí vivían dos tipos de habitantes: los números positivos y los números negativos. Aunque eran diferentes, en el fondo cada uno tenía su propia historia y valor.
Los números positivos, como el 1, el 2 y el 3, estaban siempre alegres. Les encantaba jugar en el campo, saltar y correr hacia el sol radiante que iluminaba el reino. En cambio, los números negativos, como el -1, -2 y -3, solían ser más reservados y un poco tristes. Se escondían a menudo en las sombras, lejos del brillo del sol. Sin embargo, tanto unos como otros tenían una importancia vital en el reino, aunque no siempre se daban cuenta.
Un día, un evento especial se estaba organizando: el Gran Festival de la Suma, un día donde todos los números se reunían para celebrar sus habilidades. Durante el festival, cada número quería demostrar el valor que tenía al realizar la mayor suma posible. Los números positivos estaban emocionados, pero los negativos se sentían un poco fuera de lugar.
"¡Este año ganaré!", gritaba el 5, lleno de energía y confianza.
"¡No te creas tanto!", respondía el 3, riendo.
Por el otro lado, el -3 murmuraba a su amigo -2: "¿Qué sentido tiene esto? Siempre se ríen de nosotros. Nadie piensa en lo que podemos aportar".
Justo cuando empezaba el festival, un fuerte viento sopló y derribó el gran cartel que anunciaba el evento. Todos los números se quedaron en silencio, mirando con sorpresa cómo el cartel caía a sus pies. Este era el momento en que todos debían colaborar, pero nadie se atrevía a decir nada.
De repente, un pequeño número positivo, el 1, decidió romper el silencio.
"Podemos arreglarlo juntos. Necesitamos a todos".
Al principio, los números positivos dudaban, pero el 1 continuó.
"Si sumamos esfuerzos, podemos levantar el cartel y mostrar que no importa si eres positivo o negativo, todos somos números importantes".
Los números negativos miraron interesados, y el -1 se adelantó.
"¡Hagámoslo!".
Así, el grupo se unió. Los números positivos se pusieron en un lado, y los números negativos en el otro, formando un equipo. El -3, con una gran idea, propuso:
"Si yo empujo desde abajo y el 2 empuja desde arriba, seguro que podremos levantarlo".
"¡Exacto!", gritó el 2 emocionado al darse cuenta de que un número negativo podía ofrecer un apoyo sólido. Poco a poco, con empujones y tirones, lograron levantar el cartel y colocar sus bases firmemente sobre el suelo.
El festival comenzó de nuevo con alegría. Los números positivos y negativos se dieron cuenta de cuán importantes eran unos para otros.
Al final del festival, el rey de los números, el gran 0, agradeció a todos.
"Hoy aprendimos que un número sólo puede ser completo si se une a otro. Los positivos y negativos son esenciales, y juntos equilibran nuestro reino".
El día terminó con un espectacular espectáculo de luces, donde los números positivos y negativos bailaron juntos, sonriendo y riendo. Con el tiempo, los habitantes del Reino de los Enteros aprendieron a aceptarse, y el festival se volvió aún más hermoso cada año.
A partir de aquel día, los números negativos comenzaron a brillar en el reino, y ya no se sentían excluidos, porque entendieron que su valor era igual al de los números positivos. Juntos, celebraron el poder de la inclusión, la amistad y la unión, creando un lugar donde todos los números eran bienvenidos y celebrados.
Y así, el Reino de los Enteros se convirtió en un lugar de alegría, donde cada número, sin importar su signo, aprendió a brillar y a sumar juntos en perfectas armonías.
La moraleja de esta historia es que, aunque a veces podemos sentirnos diferentes o alejados, cuando unimos nuestras fuerzas y trabajamos juntos, podemos lograr cosas increíbles.
FIN.