El Reino Encantado de Mateo y Marina


Había una vez en un mágico reino, un pequeño mago llamado Mateo. A pesar de ser muy joven, Mateo tenía un gran talento para la magia y siempre estaba dispuesto a ayudar a quienes lo necesitaran.

Un día, mientras paseaba por el bosque, Mateo escuchó un débil croar proveniente de un lago cercano. Se acercó curioso y descubrió que era una rana atrapada entre unas ramas. Sin dudarlo, con un simple gesto mágico liberó a la rana.

- ¡Gracias, joven mago! -exclamó la rana con alegría-. Soy Marina, princesa del Reino de las Ranitas. Estoy en deuda contigo. Mateo sonrió y le dijo:- No hay de qué, princesa Marina. Me alegra poder ayudarte.

Marina invitó a Mateo a su palacio en el fondo del lago como muestra de gratitud. Al llegar al palacio submarino, Mateo quedó maravillado por su belleza y esplendor. - ¡Es increíble! -exclamó Mateo emocionado-.

Nunca había visto algo así. Marina le mostró cada rincón del palacio y le presentó a todos los habitantes del Reino de las Ranitas.

Fue entonces cuando descubrieron que el malvado hechicero había lanzado un maleficio sobre el lago que hacía que sus aguas se estuvieran secando poco a poco. Preocupados por la situación, Marina y Mateo decidieron buscar al hechicero para pedirle que deshiciera su maleficio.

Después de recorrer muchos caminos y superar varios obstáculos gracias a la magia de Mateo, finalmente encontraron al hechicero en lo más alto de una montaña nevada. - ¡Hechicero malvado! -exclamó Marina valientemente-. Debes deshacer tu maleficio sobre nuestro lago inmediatamente.

El hechicero rió con malicia y les propuso un desafío: si lograban vencerlo en un duelo mágico, levantaría el maleficio; pero si perdían, quedarían bajo su poder para siempre. Sin dudarlo ni un segundo, Mateo aceptó el desafío en nombre del Reino de las Ranitas.

El duelo comenzó y ambos lanzaron hechizos poderosos llenos de luz y color. Finalmente, con astucia e inteligencia, Mateo logró vencer al hechicero y este cumplió su promesa deshaciendo el maleficio sobre el lago.

El agua volvió a fluir cristalina y pura gracias al valor y la determinación de Mateo junto a la valentía de Marina. El Reino de las Ranitas volvió a florecer más hermoso que nunca gracias a la amistad entre un pequeño maguito bondadoso y una valiente princesa rana.

Desde ese día en adelante, cada vez que alguien necesitaba ayuda o protección en aquel reino encantado recordaban con cariño la historia del joven maguito llamado Mateoy cómo juntos habían salvado al lago mágico.

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