El Relámpago de Doña Clara



En un pequeño pueblo llamado Luzdeluna, había una mujer conocida por todos como Doña Clara. Era tan flaca que parecía que el viento podría llevarla volando, y a menudo se la veía vestida con su inconfundible abrigo color mostaza, que hacía juego perfecto con su inalcanzable sonrisa. Pero lo más sorprendente de ella era que, cada vez que se emocionaba o se reía, un relámpago de luz brillaba en su pecho, como si un pequeño trueno viviera dentro de su corazón.

Los niños del pueblo corrían a su casa después de la escuela, buscando un momento de magia en su compañía. "-Doña Clara, contanos una historia!" pedían emocionados.

"-¡Claro, chicos!" respondía ella llena de alegría, mientras el brillo de su pecho iluminaba la habitación.

Una tarde, mientras los niños se acomodaban a su alrededor, Doña Clara pensó que era el momento ideal para contarles sobre las nubes y el cielo, y cómo los relámpagos eran una forma de comunicarse. "-Las nubes hablan entre sí, y a veces los relámpagos son como los saludos de un amigo distante" dijo con su voz suave.

Pero, mientras contaba su historia, algo extraño sucedió. Un relámpago más brillante y fuerte de lo habitual brilló en su pecho. "-¿Qué fue eso?" exclamaron los niños.

"-No lo sé, pero creo que es una señal", dijo Doña Clara, intrigada por la intensidad del destello. Decidieron juntos investigar, y Doña Clara propuso que se dirijan hacia el bosque al atardecer para descubrir el origen de ese relámpago.

Con la determinación de los valientes y la curiosidad de los pequeños, un grupo de niños, incluyendo a Mateo, la valiente Sofía y el siempre preguntón Lucas, se unieron a Doña Clara en su aventura. Caminando entre árboles que parecían murmurarse entre ellos, notaron que el brillo del pecho de Doña Clara guiaba su camino.

"-¿Y si encontramos un monstruo?" se preguntó Mateo, un poco asustado.

"-No hay monstruos, solo amigos ocultos. ¡Confía en la luz!" animó Sofía.

Al llegar a un claro, el relámpago en el pecho de Doña Clara se volvió aún más brillante. Entonces, una nube apareció sobre ellos, baja y suave, como llena de secretos. "-¿Qué hacen aquí? , preguntó la nube con voz juguetona, haciendo rebotar su forma en el aire.

"-¡Vine a ayudarte!" respondió Doña Clara, sorprendida de que la nube pudiera hablar.

"-Esa lucecita en tu pecho me llama. Te he estado observando" dijo la nube. "-Los relámpagos son importantes, pero también lo son las risas, las historias y la amistad. ¡Y quiero que todos en Luzdeluna lo sepan!"

Con un guiño, la nube comenzó a soltar pequeños destellos de luz que iluminaban todo el claro. "-Compartamos la alegría y el amor, porque son el verdadero poder del relámpago" continuó la nube.

Los niños, encantados, empezaron a reír y contar historias, y el claro se convirtió en un hermoso espectáculo de luz y risas.

Al final de esa noche, la nube, satisfecha y feliz, decidió dejar un poco de su magia en el pueblo de Luzdeluna antes de irse.

"-Siempre recordaré este lugar y su alegría, así que, cada vez que un relámpago brille en tu pecho, será un recordatorio de que la amistad es la mayor luz de todas" dijo la nube mientras desaparecía.

Doña Clara y los niños regresaron a sus hogares con sonrisas que relampagueaban tanto como el corazón de la señora. Desde ese día, cada vez que una tormenta pasaba sobre Luzdeluna, los habitantes sabían que era el eco de las risas y los relatos que Doña Clara compartía, iluminando a todos con mágicos destellos en sus corazones.

Y así, el pequeño pueblo y su querida Doña Clara aprendieron que la verdadera magia no son solo los relámpagos, sino la alegría de compartir momentos y la luz que trae la amistad.

FIN.

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