El Reloj de los Deseos
En un pequeño pueblo olvidado por el tiempo, existía una tienda misteriosa conocida como "El Relojero del Olvido". La atendía un anciano encorvado llamado Ezequiel, quien pasaba sus días ajustando relojes antiguos. Nadie sabía mucho de él, pero todos coincidían en que su tienda tenía algo especial.
Una mañana, dos niños del pueblo, Sofía y Lucas, decidieron aventurarse a explorar la tienda. Sofía era curiosa y siempre soñaba con volar, mientras que Lucas se preguntaba cómo podría ayudar a su familia.
"¿Viste ese reloj en la esquina? Dice que cumple deseos", dijo Lucas señalando un viejo reloj con un brillo misterioso.
"Vamos a preguntarle a Ezequiel si es cierto", respondió Sofía con emoción.
Cuando entraron, el sonido de los campanitos anunció su llegada. Ezequiel, con su voz suave, les dijo:
"Bienvenidos, pequeños. ¿Qué los trae por aquí?"
"Vimos un reloj que cumple deseos. ¿Es verdad?", preguntó Lucas con los ojos muy abiertos.
Ezequiel sonrió enigmáticamente y contestó:
"Este reloj tiene un poder especial, pero solo se puede usar si el deseo es puro de corazón".
Sofía y Lucas se miraron intrigados. Ezequiel les contó que el reloj necesitaba ser activado con una melodía que sólo los niños con corazones nobles podían tocar.
"Pero, ¿qué melodía es?", inquirió Sofía.
"Eso depende de lo que realmente deseen", respondió el anciano.
Sofía pensó en su deseo de volar. Entonces, comenzó a tararear una suave y dulce melodía, mientras Lucas pensaba en cómo ayudar a su familia. A medida que ellos tarareaban, el reloj comenzó a brillar más intensamente. De repente, un giro de manecillas y un destello, ¡el reloj despertó!"Cada deseo tiene un costo", les advirtió Ezequiel. "¿Están dispuestos a asumirlo?"
"Claro que sí", exclamó Sofía emocionada, mientras Lucas asintió con determinación.
"Entonces, el reloj cumplirá sus deseos. Pero recuerden, deben tomar decisiones sabias", dijo Ezequiel antes de cerrar los ojos y hacer un gesto con su mano.
De pronto, Sofía se vio volando sobre el pueblo, sintiendo la brisa fresca en su rostro. Era un sueño hecho realidad. Por el otro lado, Lucas sintió cómo pequeñas flores brotaban en su hogar, un jardín hermoso que alegraba la vida de su familia.
Sin embargo, rápidamente comenzaron a darse cuenta de que volar no era tan sencillo. Sofía comenzó a extrañar la tierra y a sus amigos. Mientras tanto, la felicidad de Lucas trajo consigo responsabilidades.
"Ezequiel, no puedo volar para siempre", gritó Sofía desde las nubes.
"¡Lucas! ¿Qué pasará con el jardín si no puedo cuidarlo?", preguntó Lucas preocupado.
Entonces, comprendieron la lección. Volver a la tienda se convirtió en su prioridad. Al llegar allí, se encontraron con Ezequiel, quien les sonrió y les dijo:
"¿Cómo les fue en la aventura de los deseos?"
"Aprendimos que hay sueños que son bonitos, pero también otras formas de ser felices", comentó Sofía.
"¡Sí! Es mejor disfrutar lo que tenemos y ayudar a los demás", añadió Lucas.
Ezequiel asintió satisfecho y les respondió:
"Por eso, el verdadero deseo no es sólo volar o tener cosas, sino hacer lo que esté bien y cuidar a quienes amamos".
Desde ese día, Sofía y Lucas ayudaron a su comunidad, arreglaron el jardín de Lucas y organizaron juegos para todos los niños del pueblo. Y aunque Ezequiel les ofreció participar en el mágico reloj nuevamente, esta vez ellos decidieron no hacerlo – habían aprendido que la verdadera magia estaba en el amor y la amistad.
Así, la tienda del Relojero del Olvido se llenó de risas y felicidad, convirtiéndose en un lugar donde los sueños se compartían, y donde cada niño podía encontrar magia en lo cotidiano, sin necesidad de desear otra cosa.
Y, por supuesto, Ezequiel siguió ajustando relojes, sonriendo al recordarle a cada niño que los verdaderos deseos son aquellos que vienen del corazón.
FIN.