El reloj de los dinosaurios


Sebastián era un niño curioso y lleno de energía. Siempre estaba buscando nuevas aventuras y retos que lo mantuvieran entretenido. Un día, mientras exploraba el desván de su abuela, encontró un viejo reloj de bolsillo.

Al abrirlo, vio que las manecillas comenzaron a girar rápidamente hasta que todo a su alrededor se volvió borroso y brillante. Cuando Sebastián recuperó la vista, se dio cuenta de que ya no estaba en el desván de su abuela.

Se encontraba en medio de un campo verde y frondoso, rodeado por árboles altísimos y cantos de pájaros desconocidos para él. - ¡Wow! ¿Dónde estoy? -se preguntó Sebastián con asombro.

Caminando por el lugar, descubrió que había viajado en el tiempo a la época de los dinosaurios. Se maravilló al ver criaturas enormes caminando a su alrededor y decidió aprovechar esta oportunidad única para aprender más sobre ellos.

Durante días, Sebastián observó a los dinosaurios en su hábitat natural, tomando notas e imaginando cómo sería vivir en una época tan lejana. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que no todo era diversión y juegos.

Había peligros acechando en cada esquina: depredadores hambrientos, terremotos repentinos y cambios climáticos extremos. Un día, mientras seguía a un grupo de triceratops para estudiar su comportamiento, se encontró con un tiranosaurio rex hambriento que lo persiguió sin piedad.

Corrió todo lo rápido que pudo hasta llegar a un acantilado donde quedó atrapado sin salida. - ¡Ayuda! ¡Alguien ayúdame! -gritaba Sebastián desesperadamente. En ese momento crítico, recordó algo importante: tenía consigo el reloj mágico que lo había llevado allí en primer lugar.

Sin pensarlo dos veces, abrió el reloj y pidiendo con todas sus fuerzas regresar a casa. Las manecillas comenzaron a moverse nuevamente y en cuestión de segundos Sebastián se encontraba nuevamente en el desván de su abuela con el corazón latiendo fuertemente por la emoción vivida.

Desde ese día, Sebastián aprendió una valiosa lección: la importancia de ser valiente pero también prudente en sus aventuras.

Compartió sus experiencias con sus amigos y juntos aprendieron sobre la historia y los peligros del pasado mientras disfrutaban del presente con responsabilidad y sabiduría.

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