El reloj de los sueños
Era una mañana fresca en Azcapotzalco, y Valeria, una niña valiente de 15 años, se preparaba para ir al CCH. Tenía un hermoso reloj que su novio, Jhon, le había regalado. Cada vez que miraba la hora, recordaba los momentos felices que compartían juntos. Esa mañana, el reloj marcaba las 6:45.
Mientras caminaba hacia la escuela, Valeria se detuvo en una esquina. Justo en ese momento, un joven de aspecto dudoso se acercó.
"¿Sabés qué hora es?" - preguntó el muchacho, con una mirada inquietante.
Valeria, algo nerviosa, miró su reloj. "Son las 6:45" dijo, sin apartar la vista del chico. Pero de repente, sintió un frío metal en su cuello.
Era un cuchillo.
Valeria se quedó paralizada, pero en su interior, algo comenzó a despertar.
"No te preocupes, no quiero hacerte daño, solo necesito un poco de dinero" - dijo el joven, pero su voz temblaba.
"¿Por qué no trabajás en lugar de asustar a la gente?" - respondió Valeria, intentando mantener la calma.
El chico se quedó sorprendido. "¿Qué decís?" - preguntó, confundido.
"Si tenés problemas, hay otras formas de solucionarlos. Podés conseguir un trabajo como cualquiera. No necesitas hacerle daño a las personas" - continuó Valeria, cada vez más segura.
El joven titubeó. "¿Y qué sabés vos de mis problemas?"
"Sé que todos enfrentamos dificultades. Pero siempre hay una salida sin tener que lastimar a otros. ¿Qué te parece si charlamos un momento?" - propuso Valeria.
El chico retrocedió un paso, sus manos temblando. "No tengo tiempo para hablar, necesito el dinero rápido"
"¿Qué tal si en vez de eso, te invito a un café?" - sugirió Valeria, algo inesperado para ella misma.
Las palabras sorprendieron al chico. "¿Vas a invitarme a un café?" - preguntó, casi incrédulo. "No, no, no puedo. Solo necesito el dinero para mi hermana…"
Valeria se dio cuenta de que la historia del chico era más profunda de lo que aparentaba. "Escuchame bien, no tengo mucho dinero, pero puedo ayudarte. Si querés, podemos buscar una forma de conseguir trabajo para que no tengas que hacer esto nunca más" - dijo solidariamente.
El joven miró a su alrededor, como si le hubiese sonado una campana. "Nunca pensé que alguien como vos, que parece tan alegre, se preocupara por un tipo como yo..." - su voz se volvió más suave.
"Todos nos enfrentamos a luchas, y apoyar a otros es lo que hace un mundo mejor. A veces, solo necesitamos una mano amiga" - dijo Valeria, sintiendo que su corazón compartía su mensaje.
Finalmente, el chico, llamado Miguel, bajó el cuchillo. "No sé si puedo dejar esto atrás, pero tal vez…"
Valeria le sonrió. "Empezar no siempre es fácil, pero hay caminos que valen la pena. Vamos a buscar juntos esa solución"
Juntos, caminaron hacia un futuro desconocido, un paso a la vez. Mientras Valeria ayudaba a Miguel a encontrar trabajo y apoyarlo, ella también aprendía sobre la esperanza y la amistad.
Con el tiempo, Valeria y Miguel hicieron grandes cambios en sus vidas. Miguel encontró un empleo estable, y Valeria se convirtió en un ejemplo de valentía y generosidad para todos sus compañeros del CCH.
La historia de Valeria y su reloj se convirtió en una lección para todos: nunca subestimes el poder de una conversación y cómo un pequeño gesto puede cambiar el rumbo de la vida de alguien.
Así, el reloj que una vez marcó las 6:45, se convirtió en un símbolo de nuevos comienzos y decisiones importantes, recordando a Valeria y a todos los que la rodeaban que siempre hay una salida. A veces, solo se necesita un poco de coraje y empatía para hacer del mundo un lugar mejor.
FIN.