El reloj del tiempo



En un pequeño pueblo de la Argentina, Marina descubrió un misterioso reloj en el desván de su abuela. Al tocarlo, se vio envuelta en una brillante luz y, ¡zas! , viajó en el tiempo hasta 1810.

Asombrada por todo lo que veía a su alrededor, decidió explorar aquel nuevo mundo. Caminando por las empedradas calles del pueblo colonial, Marina escuchó risas y cantos que provenían de la plaza principal.

Se acercó con curiosidad y vio a un grupo de niños jugando a la rayuela. Uno de ellos destacaba entre los demás: era Juan, un niño con grandes ojos oscuros y una sonrisa encantadora.

Marina no pudo apartar la mirada de Juan, quien también parecía fascinado por aquella niña vestida con extrañas ropas. Poco a poco, comenzaron a hablar y descubrieron que tenían muchas cosas en común a pesar de haber nacido en épocas tan distintas. "¿De dónde vienes?" -preguntó Juan con asombro.

"Soy Marina, vengo del futuro", respondió ella con una mezcla de emoción y nerviosismo. A partir de ese día, Marina y Juan se volvieron inseparables. Juntos recorrían el pueblo, aprendiendo el uno del otro sobre sus respectivas épocas.

Marina le hablaba a Juan sobre tecnología, avances científicos y derechos humanos; mientras que él le enseñaba sobre historia, tradiciones y costumbres antiguas. Pero su amistad pronto se convirtió en algo más profundo.

Marina se dio cuenta de que estaba enamorada de Juan, un sentimiento completamente nuevo para ella. Sin embargo, sabía que debía regresar a su propio tiempo tarde o temprano.

Una noche estrellada, mientras paseaban por el río cercano al pueblo, Juan tomó la mano de Marina y le confesó sus sentimientos:"Marina, desde que llegaste mi vida cambió por completo. Eres como un rayo de sol en medio de tanta oscuridad.

"Marina sintió mariposas revoloteando en su estómago y supo entonces que también amaba a Juan con todo su corazón. Pero el reloj mágico comenzó a brillar intensamente esa misma noche: era hora de regresar al presente. Entre lágrimas y promesas eternas, Marina se despidió de Juan jurándole volver algún día.

De vuelta en su habitación familiar del siglo XOI, Marina guardó celosamente el recuerdo de aquel amor imposible pero verdadero. Aprendió que aunque las épocas nos separen físicamente siempre podemos mantener vivos los lazos afectivos si realmente lo deseamos.

Y así fue como Marina continuó viajando en el tiempo pero esta vez llevando consigo no solo conocimientos históricos sino también el amor eterno por alguien especial llamado Juan.

FIN.

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