El Reloj del Tiempo
En un pequeño pueblo llamado Relojería, había un viejo reloj que había estado parado durante años. Todos en el pueblo decían que ese reloj tenía poderes mágicos, pero nadie sabía realmente cómo funcionaba. Un día, una niña llamada Sofía decidió investigar.
Sofía era curiosa y siempre estaba lista para una aventura. Se pasaba los días explorando los rincones de su barrio y soñando con descubrir algo extraordinario. Mientras paseaba por el parque, escuchó a su amigo Mateo contar una leyenda sobre el reloj.
-Mateo, ¿es cierto que ese reloj puede hacer que el tiempo retroceda? -preguntó Sofía con sus ojos brillando de emoción.
-No sé, pero dicen que si lo mueven las manecillas, puede llevarte a momentos del pasado -respondió Mateo, asumiendo un tono de misterio.
Intrigada, Sofía decidió que debía ver el reloj de cerca. Así que, al día siguiente, se armó de valor y se dirigió a la vieja Relojería. Cuando llegó, una suave brisa la envió a un mundo de recuerdos donde el tiempo parecía haberse detenido.
Al acercarse al reloj, vio que una de las manecillas estaba atascada.
-¡Hola! -dijo Sofía, mirando al reloj como si pudiera escucharla- ¿puedo ayudarte?
De repente, el reloj comenzó a moverse solo, y un pequeño destello de luz la envolvió. En un parpadeo, Sofía se encontró en su jardín, pero todo lucía diferente.
-¿Dónde estoy? -preguntó asombrada.
-Estás en el pasado, Sofía -respondió una voz conocida. Era su abuela de niña, quien jugaba en el jardín.
-¿Abuela? ¿Eres tú? -Sofía no lo podía creer -¿Cómo es esto posible?
-Es el reloj del tiempo, mi amor. Se dice que solo puedes estar aquí si eres valiente y tienes una pregunta que hacer -dijo la abuela sonriendo.
Sofía recuerda las historias de su abuela, siempre llenas de aventuras y enseñanzas. Así que decidió preguntar.
-¿Qué es lo más importante que debo recordar para ser feliz?
La abuela pensó un momento y respondió:
-Recuerda siempre a ser amable con los demás y nunca dejar de soñar. La felicidad viene de lo que das y lo que aprendes -dijo.
Con una cálida sonrisa, la abuela le dio un abrazo, y en un instante, Sofía sentía que el aire giraba a su alrededor.
Volvió a estar frente al viejo reloj. Esta vez, comprendió lo que su abuela había querido decir.
-¡Mateo, volví de un viaje increíble! -exclamó, corriendo hacia su amigo que la esperaba.
-¿Y qué aprendiste? -preguntó Mateo.
-Que ser amable y soñar son claves para ser feliz. No necesitamos retroceder en el tiempo si podemos vivir el presente -respondió.
Desde ese día, Sofía y Mateo decidieron realizar actos de bondad todos los días. Juntos ayudaron a los vecinos, cuidaron el entorno y compartieron sus sueños y metas. El pueblo de Relojería comenzaba a llenarse de alegría, un destello a la vez.
A medida que pasaban los días, Sofía se dio cuenta de que el viejo reloj comenzó a funcionar de nuevo. Las manecillas giraban y daban la hora perfecta. Era como si el reloj estuviera celebrando la decisión de Sofía de vivir en el presente con alegría y amistad.
Así que en Relojería, el tiempo seguía su curso, pero ya no importaba si era pasado o presente, porque Sofía y Mateo aprendieron que lo que realmente importa es cómo usamos nuestro tiempo hoy. ¡Y todos se convirtieron en héroes del tiempo, sembrando sonrisas por donde iban!
FIN.