El reloj encantado de Tomás



Había una vez un niño llamado Tomás que vivía en una pequeña casa en las afueras de la ciudad.

Una noche, mientras se preparaba para dormir, Tomás miró por la ventana de su habitación y vio una estrella fugaz que caía en su patio trasero. Tomás sintió curiosidad y un poco de miedo, pero decidió salir a investigar. Cuando llegó al patio, vio un brillante crater en el suelo.

Con valentía, se acercó y descubrió algo sorprendente: ¡un reloj mágico estaba dentro del crater! El reloj tenía colores brillantes y extrañas runas grabadas en su superficie. Tomás lo tomó con cuidado y escuchó un débil zumbido proveniente del reloj.

De repente, el reloj comenzó a brillar intensamente y emitió destellos de luz que iluminaron todo el patio. Tomás no podía creer lo que veía. El reloj mágico le hablaba con una voz amable y cálida: "-Hola, Tomás.

Soy el Reloj Mágico y he estado esperando por ti. Tienes en tus manos un poder especial que solo tú puedes controlar. "Tomás estaba emocionado pero también asustado. No sabía qué hacer con ese increíble artefacto en sus manos.

El Reloj Mágico le explicó que podía usar sus poderes para ayudar a los demás, hacer el bien y cumplir sus sueños más grandes.

Con el tiempo, Tomás aprendió a utilizar el reloj mágico para detener el tiempo cuando necesitaba pensar con claridad, acelerarlo cuando quería divertirse más rápido o retrocederlo para corregir errores pasados. Poco a poco, Tomás se convirtió en un verdadero héroe para su comunidad.

Ayudaba a las personas mayores cruzando la calle, salvaba gatitos atrapados en los árboles e incluso detenía peleas entre sus amigos antes de que comenzaran. Un día, cuando cumplió diez años de edad, Tomás decidió devolver el Reloj Mágico al lugar donde lo encontró inicialmente.

Sabía que ya no lo necesitaba para ser valiente y bondadoso; esas cualidades estaban dentro de él desde el principio.

Al regresar al crater donde había encontrado el Reloj Mágico por primera vez, una nueva estrella fugaz cruzó velozmente el cielo nocturno como si fuera un saludo final del universo hacia él. Tomás sonrió sabiendo que siempre llevaría consigo los recuerdos de sus aventuras junto al Reloj Mágico y cómo había aprendido a ser mejor persona gracias a él.

Y así termina esta historia sobre cómo un niño común descubrió la magia dentro de sí mismo gracias a un objeto extraordinario encontrado en su propio patio trasero.

FIN.

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