El Reloj Estelar



Había una vez una pequeña niña llamada Estrella que vivía en un pequeño pueblo rodeado de campos y montañas. Desde muy pequeña, Estrella siempre había sentido una gran fascinación por el universo y las estrellas.

Pasaba horas mirando al cielo nocturno, maravillándose con la inmensidad del cosmos. Un día, mientras jugaba en el jardín de su casa, Estrella encontró un misterioso objeto brillante entre las flores.

Al acercarse a examinarlo, se dio cuenta de que era un reloj muy especial. Tenía el poder de detener el tiempo. Intrigada por este descubrimiento, Estrella decidió probar el reloj y ver qué podía hacer con él.

Con tan solo tocar la esfera del reloj, todo a su alrededor se detenía: las personas dejaban de moverse, los pájaros quedaban suspendidos en el aire y hasta las hojas de los árboles parecían congeladas en el viento.

Estrella comenzó a explorar todas las posibilidades que le ofrecía aquel extraño objeto y decidió hacer algo realmente sorprendente: volar hacia lo más alto del cielo para conocer a las estrellas en persona.

Con un toque del reloj mágico, Estrella se elevó por encima de su pueblo y subió cada vez más alto hasta llegar al espacio exterior. Allí pudo ver cómo millones de estrellas brillaban intensamente ante sus ojos curiosos. De pronto, una estrella especialmente grande llamó su atención. Parecía querer comunicarse con ella.

La estrella le habló desde lo más profundo del universo y le dijo: "Estrella, has demostrado un gran valor al llegar hasta aquí. Pero recuerda que el tiempo es valioso y no debe ser detenido por mucho tiempo".

Estrella escuchó atentamente las palabras de la estrella y decidió hacer caso a su consejo. Con otro toque del reloj, Estrella comenzó a descender lentamente hacia su hogar. Al regresar a su pueblo, Estrella se dio cuenta de algo maravilloso.

Aunque había pasado mucho tiempo en el espacio exterior, solo habían transcurrido unos minutos en la Tierra. El reloj mágico le había permitido viajar por el universo sin perder ni un solo instante de su vida cotidiana.

Desde ese día, Estrella comprendió lo importante que era aprovechar cada momento y disfrutar de las pequeñas cosas que nos ofrece la vida.

Ya no necesitaba detener el tiempo para sentirse especial, porque ella misma era una estrella brillante capaz de iluminar el mundo con su alegría y curiosidad. Y así, Estrella siguió creciendo rodeada del amor de su familia y amigos, siempre recordando que aunque las estrellas están muy lejos en el cielo nocturno, siempre podemos encontrar un pedacito de ellas dentro de nosotros mismos.

"Recuerda Estrella", dijo su mamá mientras la abrazaba cariñosamente, "tú eres nuestra estrellita más preciada".

FIN.

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