El reloj mágico de Emma
Había una vez una niña llamada Emma, a la que le encantaba explorar y descubrir cosas nuevas. Un día, mientras caminaba por el parque, tropezó con algo brillante en el suelo.
Al acercarse, se dio cuenta de que era un reloj muy especial. Emma lo recogió y notó que tenía inscripciones extrañas en la parte posterior. Sin pensarlo dos veces, decidió ponerse el reloj en su muñeca y darle cuerda.
¡Para su sorpresa, el reloj comenzó a funcionar! De repente, Emma se vio rodeada por una luz brillante y se encontró de nuevo en el mismo lugar donde había encontrado el reloj.
Se dio cuenta de que el reloj tenía poderes mágicos para retroceder en el tiempo. Emocionada por esta nueva aventura, Emma decidió utilizar este poder para ayudar a las personas y hacer del mundo un lugar mejor.
En su primer intento, recordó que había visto a un niño triste llorando en la plaza del pueblo ese mismo día. Confiando plenamente en su nuevo reloj mágico, volvió atrás en el tiempo hasta ese momento.
Al llegar nuevamente al parque, Emma buscó al niño triste entre la multitud y finalmente lo encontró sentado solo en un banco. Sin dudarlo más tiempo, se acercó a él con una sonrisa amigable. "Hola ¿estás bien?"- preguntó Emma gentilmente. El niño levantó la cabeza sorprendido y respondió: "No estoy bien... perdí mi juguete favorito".
Emma sintió empatía por él y decidió ayudarlo. Juntos, buscaron en todo el parque hasta que finalmente encontraron el juguete perdido debajo de un arbusto. "¡Lo encontramos!"- exclamó Emma emocionada mientras le devolvía el juguete al niño.
El niño sonrió y agradeció a Emma por su ayuda. Emma se dio cuenta de lo maravilloso que era poder hacer una diferencia en la vida de alguien simplemente estando allí para ellos.
Decidió seguir utilizando su reloj mágico para ayudar a más personas. En otra ocasión, Emma vio a una anciana intentando cruzar la calle llena de autos rápidos.
Sabiendo que tenía el poder de retroceder en el tiempo, volvió atrás para asegurarse de estar allí cuando la anciana necesitara ayuda. Cuando volvió al momento adecuado, corrió hacia la anciana y le ofreció su brazo para cruzar con seguridad. La anciana aceptó con gratitud y juntas lograron llegar al otro lado sin problemas.
Emma continuó usando su reloj mágico para realizar actos buenos en beneficio de los demás. Ayudaba a los animales perdidos a encontrar sus hogares, apoyaba a sus amigos cuando tenían dificultades y hacía pequeñas acciones amables todos los días.
Con cada acto bondadoso, Emma se dio cuenta de cómo incluso las acciones más pequeñas pueden tener un gran impacto en la vida de las personas y en su propia felicidad.
Un día, después de haber usado su reloj mágico durante mucho tiempo, Emma descubrió algo sorprendente: ya no necesitaba retroceder en el tiempo para ayudar a los demás. Había aprendido a ser amable, compasiva y solidaria de forma natural.
Emma guardó su reloj mágico en un lugar seguro, sabiendo que siempre tendría el poder de hacer una diferencia cuando lo necesitara. Pero ahora, había comprendido que la verdadera magia estaba en ella misma y en las acciones diarias que podía realizar para hacer del mundo un lugar mejor.
Y así, Emma continuó viviendo su vida con bondad y generosidad, inspirando a otros a hacer lo mismo. Porque todos tenemos la capacidad de cambiar el mundo si elegimos usar nuestro poder para el bien.
FIN.