El Renacer de la Selva
Había una vez en lo más profundo de una selva exuberante, un grupo de niños que vivían conectados a internet. Pasaban sus días mirando videos de humanitos en TikTok, riendo y copiando bailes, pero muy pocos se acordaban de lo que era jugar al aire libre, subirse a los árboles o explorar los secretos que la naturaleza les ofrecía. La selva, llena de colores y sonidos, se había vuelto un paisaje olvidado.
Un día, mientras los niños estaban absortos viendo cómo alguien hacía una torta gigante, ocurrió algo inesperado: el internet se cortó. Todos los niños, confundidos, miraron sus pantallas en blanco.
"¿Qué pasó, chicos?" - preguntó Martina, una pequeña con una trenza rizada.
"No sé, al parecer se cortó el servicio. ¿Qué hacemos ahora?" - respondió Lucas, un niño siempre inquieto.
Al principio, la tristeza se apoderó de ellos. La idea de no ver más videos les parecía terrible. Pero poco a poco, comenzaron a salir de sus casas. El sol brillaba en lo alto y el canto de los pájaros se escuchaba como una hermosa melodía.
Martina miró hacia lo alto de un árbol y dijo:
"¡Miren! ¿Vamos a trepar?"
"¿Pero y si nos caemos?" - dudó Lucas.
"No pasará nada, solo tenemos que tener cuidado. ¡Vamos!" - animó Martina.
Y así, uno a uno, se atrevieron a treparse. Al principio hubo miedo, pero después de un rato, los niños se sentían más libres entre las ramas.
"¡Miren! Yo puedo ver el río desde aquí arriba!" - exclamó Juan, señalando hacia lo lejos.
Emocionados por sus nuevos descubrimientos, decidieron ir todos juntos al río. Cuando llegaron, vieron el agua reflejando la luz del sol y cambiando de un azul profundo a verde esmeralda.
"¡Vamos a jugar en el agua!" - gritó Delfina, corriendo hacia él.
"Sí! Haremos una competencia de saltos!" - propuso Lucas.
Los niños pasaron horas brincando, riendo y haciendo chapoteos. Recordaron lo divertidas que podían ser las cosas simples. Se hicieron castillos con barro, corrieron en busca de ramas para armar barquitos, y comenzaron a inventar juegos que nunca antes se les habían ocurrido.
"¡Miren! Encontré una mariposa gigante!" - dijo Delfina mientras todos se acercaban a admirar el hermoso insecto.
"¡Deberíamos hacer un concurso de quién encuentra la mariposa más rara!" - sugirió Juan, y así La selva empezó a cobrar vida nuevamente.
Cada día sin internet les trajo nuevas experiencias. Construyeron un fuerte con hojas y palos, crearon su propia historia de aventuras y hasta comenzaron a aprender sobre las plantas y animales que los rodeaban.
"Mi abuela me dijo que algunas plantas son comestibles. ¿Quién se atreve a probarlas?" - dijo Lucas con una mirada desafiante.
"¡Yo!" - exclamó Martina mientras degustaba un pequeño trozo de hoja.
"¡Es riquísimo! Se llama menta. ¡Vamos a hacer un té!" - propuso.
Poco a poco, los días se transformaron en semanas, y la conexión a internet seguía sin regresar. Los niños, al principio nerviosos, empezaron a disfrutar de su nueva vida llena de risas y creatividad. Habían encontrado un mundo de tesoros escondidos en la selva: secretos aprendidos de la naturaleza, la emoción de las aventuras y la alegría de tener amigos.
Finalmente, un día, el internet volvió a funcionar. Todos miraron sus teléfonos con sorpresa, pero esta vez, no sintieron ganas de encenderlos.
"¿Para qué?" - dijo Martina mientras se recostaba sobre el pasto.
"Podemos hacer un video de lo divertido que es estar juntos en la selva. ¡Eso sería genial!" - propuso Juan.
"¡Sí!" - todos respondieron.
Y así, decidieron hacer un video, pero esta vez diferente: uno que mostrara a los niños jugando en los árboles, explorando el río y disfrutando de la belleza de la selva.
Desde ese día, los niños aprendieron a equilibrar su tiempo entre el mundo digital y el mundo natural. Se prometieron a sí mismos que no dejarían que la tecnología apagara su espíritu aventurero. Así, la selva volvió a estar llena de risas, juegos y amigos, y cada vez que escuchaban un canto de pájaro, sonreían recordando que la verdadera diversión siempre estuvo en la naturaleza.
Y colorín colorado, este cuento por siempre recordado.
FIN.