El renacer de Lucas
Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de montañas, un hombre de cabello largo llamado Lucas. Lucas era conocido por su tristeza que lo acompañaba a todas partes. Siempre caminaba con la mirada baja y suspirando constantemente.
Un día, mientras paseaba por el bosque, escuchó risas y cantos a lo lejos. Intrigado, siguió el sonido hasta llegar a un claro donde encontró a un grupo de niños jugando y riendo felices.
Uno de los niños se acercó a él y le preguntó:- ¿Por qué estás tan triste? Lucas suspiró profundamente antes de responder:- He vivido momentos difíciles que me han llenado de tristeza.
Los niños intercambiaron miradas y luego el mismo niño le dijo:- ¡No importa! Nosotros te enseñaremos cómo ser feliz. Y así comenzó la increíble aventura de Lucas junto a los niños del pueblo.
Descubrió la libertad en cada juego, el amor en cada abrazo sincero y la felicidad en cada sonrisa compartida. Una tarde, mientras construían cometas para volarlas en el campo, uno de los niños comentó:- Cuando dejamos volar las cometas, sentimos una sensación indescriptible de libertad.
Es como si nuestros problemas se elevaran con ellas y solo quedara espacio para la alegría. Lucas observaba maravillado cómo los niños disfrutaban cada momento sin preocupaciones ni tristezas. Comenzó a comprender que la verdadera felicidad no dependía de las circunstancias externas, sino de cómo decidimos enfrentarlas.
Una noche, durante una fogata bajo las estrellas, otro niño le dijo a Lucas:- El amor es lo más importante en este mundo. Nosotros te amamos porque eres parte de nuestra familia ahora.
Las lágrimas rodaron por las mejillas de Lucas al sentirse querido y aceptado por primera vez en mucho tiempo. En ese instante supo que la tristeza había perdido su lugar en su corazón para dar paso al amor y la felicidad.
Con el correr de los días, Lucas se convirtió en un miembro indispensable del pueblo. Su cabello largo ondeaba al viento mientras reía junto a sus nuevos amigos.
La gente ya no lo reconocía como aquel hombre melancólico que solía ser; ahora era símbolo viviente de superación y esperanza para todos. Y así fue como Lucas aprendió que la verdadera libertad reside en nuestra capacidad para elegir el amor sobre la tristeza, permitiéndonos alcanzar la felicidad más pura e inquebrantable.
FIN.