El renacer de Mariela y la naturaleza



Había una vez un mundo maravilloso donde los árboles bailaban al compás del viento, los ríos cantaban melodías tranquilizadoras y los animales vivían en armonía. Pero un día, algo terrible comenzó a suceder: el mundo se estaba muriendo.

Los árboles perdían sus hojas, los ríos se secaban y los animales estaban tristes y asustados. Todos buscaban una solución, pero nadie sabía qué hacer. Hasta que un día, la pequeña Mariela tuvo una idea brillante.

Mariela era una niña curiosa y valiente que amaba la naturaleza más que nada en el mundo. Decidió emprender un viaje para encontrar al Sabio de las Montañas, quien según las leyendas, tenía el poder de salvar al mundo.

Caminando por bosques oscuros, cruzando ríos turbulentos y escalando montañas imponentes, Mariela finalmente llegó a la cueva donde vivía el Sabio de las Montañas.

Con voz temblorosa pero firme, le contó sobre la tragedia que estaba ocurriendo en el mundo y le suplicó ayuda. El Sabio escuchó atentamente a Mariela y luego le dijo con voz serena: "La clave para salvar al mundo está dentro de cada uno de nosotros.

Debes recordar que todos estamos conectados con la naturaleza y que nuestras acciones tienen un impacto en ella". Mariela reflexionó sobre las palabras del Sabio y comprendió lo que debía hacer. Regresó a su hogar decidida a cambiar las cosas.

Comenzó plantando árboles en su jardín, reagarrando la basura que encontraba en su camino y cuidando a los animales heridos. Poco a poco, otros niños se unieron a Mariela en su misión salvadora. Juntos limpiaron parques, construyeron comederos para pájaros e incluso organizaron campañas para reciclar basura.

El cambio comenzaba a notarse: los árboles volvían a florecer, los ríos recuperaban su caudal y los animales volvían a sonreír. Un día, mientras jugaba en el bosque rejuvenecido, Mariela escuchó una risa familiar.

Era el Sabio de las Montañas, quien había venido a felicitarla por su valentía y determinación para salvar al mundo. "Gracias por recordarnos que siempre hay esperanza cuando trabajamos juntos por un bien común", dijo el Sabio con una sonrisa cálida.

Mariela miró a su alrededor y sintió una profunda gratitud por todo lo que habían logrado juntos. Supo entonces que mientras existiera gente dispuesta a cuidar de la naturaleza y trabajar unida por un futuro mejor, el mundo nunca moriría realmente.

Y así fue como gracias al esfuerzo de una valiente niña llamada Mariela y sus amigos, el mundo volvió a ser ese lugar maravilloso donde los árboles bailan al compás del viento, los ríos cantan melodías tranquilizadoras y todos viven en armonía.

FIN.

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