El rescate de Adela
Había una vez en un hermoso pueblo cerca del lago, donde vivía Jacob, un niño curioso y valiente que siempre estaba buscando aventuras. Un día, mientras paseaba por el bosque, se encontró con una misteriosa caja de madera.
Jacob se acercó lentamente a la caja y escuchó unos ruidos extraños que provenían de su interior.
Con mucho cuidado, abrió la tapa y para su sorpresa ¡una vaca saltó de adentro! La vaca le habló a Jacob con voz amable: "Hola pequeño amigo, mi nombre es Adela. Estoy aquí para pedirte ayuda.
"Jacob quedó asombrado al ver hablar a la vaca y preguntó: "¿Cómo puedo ayudarte, Adela?" "Un lobo ha estado persiguiéndome por el bosque y necesito encontrar un lugar seguro para esconderme", respondió la vaca. Sin dudarlo, Jacob decidió llevar a Adela a su casa. En el camino, encontraron un saco lleno de cocos caído en el suelo.
Jacob recogió uno y dijo: "Adela, este coco puede servirnos como distracción si nos cruzamos con el lobo". La vaca asintió agradecida. Al llegar a casa, Jacob llamó por teléfono a su mamá para contarle sobre Adela y el peligro del lobo.
Su mamá le dijo: "No te preocupes hijo, prepararé algo caliente como un café para ti y tu nueva amiga". Mientras tanto, en el bosque cercano al lago, el lobo olfateaba buscando rastros de la vaca perdida.
De repente vio un gato negro caminando por ahí y lo siguió hasta llegar al jardín de la casa de Jacob. El gato vio al lobo acercarse sigilosamente y rápidamente corrió hacia adentro para avisar a Jacob.
"¡Jacob! ¡Un lobo está afuera!", maullaba angustiado. Jacob tomó una llave que tenía en su bolsillo e intentó cerrar la puerta pero era muy vieja y no funcionaba bien. En ese momento recordó que tenía unos collares brillantes que podrían distraer al lobo.
Sacando los collares de una olla donde los guardaba junto con sus tesoros más preciados, les dio brillo con una franela antes de lanzarlos fuera de la ventana hacia donde estaba el lobo acechante.
El brillo deslumbrante de los collares capturó la atención del lobo quien se detuvo momentáneamente antes de seguir avanzando hacia la puerta.
En ese instante entraron volando dos ángeles por la ventana llevando consigo un jabón especial hecho con rayos del sol que arrojaron sobre el rostro del astuto animal dejándolo momentáneamente cegado permitiendo así tiempo suficiente para poder cerrar finalmente aquella antigua puerta oxidada.
Una vez dentro salieron corriendo hacia atrás cuando oyeron sonidos fuertes detrás ellos; resultaban ser las patas golpeadas contra aquel viejo portón mientras intentaba abrirlo sin éxito alguno gracias al brillo aún persistente producido por aquellos relucientes collares lanzados desde adentro momentos antes...
Finalmente todo quedo tranquilo nuevamente bajo aquel hermoso atardecer reflejado en las aguas cristalinas del inmenso mar azul celeste rodeado por montañas verdes repletas flores multicolores iluminadas ahora también por aquel sol radiante ya descendiendo lentamente tras colina dorada.
FIN.