El rescate de Gisela y Juanita



Había una vez un hermoso delfín llamado Delfi que navegaba alegremente por las aguas cristalinas del océano.

Mientras saltaba y jugaba, en la costa se encontraban dos niñas muy especiales: Gisela, una niña de 11 años llena de energía y alegría, y su ahijada Juanita, una dulce niña de 5 años con ojos brillantes llenos de curiosidad. Un día soleado, Gisela y Juanita decidieron dar un paseo por la playa para disfrutar del mar.

Mientras caminaban por la orilla, vieron a lo lejos a Delfi nadando elegante entre las olas. Juanita soltó un grito emocionado al ver al delfín y señaló hacia el mar. - ¡Mira, Gisela! ¡Es un delfín! -exclamó Juanita con entusiasmo.

Gisela sonrió al ver la emoción de su ahijada y juntas observaron maravilladas cómo Delfi saltaba graciosamente en el agua. - Es hermoso, ¿verdad? -dijo Gisela con cariño. - ¡Sí! Quiero ser amiga del delfín -respondió Juanita con determinación en sus ojos brillantes.

Gisela acarició la cabecita de Juanita y le explicó que los delfines eran animales salvajes que vivían en el mar, pero que podían admirarlos desde la distancia y respetar su hábitat natural.

Sin embargo, Juanita no se dio por vencida y decidió idear un plan para acercarse a Delfi. Esa misma tarde, mientras paseaban por la playa nuevamente, escucharon unos sonidos extraños provenientes de unas rocas cercanas.

Curiosas, se acercaron sigilosamente y descubrieron que era Delfi atrapado entre las rocas debido a la marea baja. Las niñas sintieron preocupación al ver al delfín en apuros. - ¡Tenemos que ayudarlo! -exclamó Gisela con determinación.

Juntas buscaron palos y ramas para intentar mover las rocas que impedían el paso de Delfi hacia aguas más profundas. Con esfuerzo y trabajo en equipo lograron liberar al delfín, quien nadó agradecido hacia alta mar. Las niñas saltaban emocionadas mientras veían cómo Delfi se alejaba nadando libremente.

- Lo logramos gracias a trabajar juntas -dijo Gisela orgullosa de su ahijada. - Sí, fue increíble ayudar a nuestro amigo Delfi -respondió Juanita feliz. Desde ese día, Gisela y Juanita visitaban frecuentemente la playa para recordar aquella aventura junto a Delfi.

Aprendieron sobre la importancia del trabajo en equipo, el cuidado del medio ambiente y el respeto por los animales salvajes. La amistad entre ellas se fortaleció aún más gracias a esa experiencia inolvidable junto al amigable delfín del mar.

FIN.

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