El rescate de la esperanza



Había una vez un pequeño pueblo llamado Esperanza, donde vivían muchos niños y niñas felices. En ese lugar, todos los días se reunían en la plaza para jugar y divertirse juntos.

Un día, mientras jugaban a las escondidas, escucharon un ruido extraño que venía de un viejo pozo abandonado en el centro de la plaza. Todos se acercaron curiosos para ver qué era lo que estaba pasando. Para su sorpresa, encontraron a un señor muy triste y asustado.

Tenía barba larga y una mirada cansada. Los niños no sabían quién era, pero sintieron mucha pena por él. - ¡Hola! ¿Cómo te llamas? -preguntó Juanito, uno de los niños más valientes del pueblo.

- Me llamo Jesús -respondió el señor cautivo-. Estoy atrapado aquí desde hace mucho tiempo y no sé cómo salir. Los niños se miraron unos a otros con preocupación. Sabían que tenían que ayudar al señor Jesús a escapar del pozo.

Decidieron formar una cadena humana para poder rescatarlo. Uno por uno fueron bajando al pozo hasta llegar donde estaba el señor Jesús. Con mucho esfuerzo lograron sacarlo sano y salvo.

El señor Jesús les dio las gracias con una sonrisa enorme en su rostro y les explicó que había caído al pozo mientras exploraba el pueblo años atrás. Había estado esperando durante todo ese tiempo a alguien que pudiera ayudarlo a salir.

Los niños estaban emocionados por haberlo encontrado y le preguntaron si podía quedarse en Esperanza con ellos. - ¡Claro que sí! -respondió el señor Jesús-. Me encantaría quedarme en su maravilloso pueblo y aprender de ustedes.

Desde ese día, el señor Jesús se convirtió en un miembro más de la comunidad. Ayudaba a los niños a estudiar, les enseñaba sobre las plantas y los animales, y siempre estaba dispuesto a escuchar sus problemas y darles consejos sabios.

Poco a poco, Esperanza se volvió un lugar aún más especial gracias a la presencia del señor Jesús. Los niños aprendieron mucho de él y se convirtieron en personas amables y generosas. Un día, el señor Jesús tuvo una idea maravillosa.

Decidió abrir una escuela para enseñarle a todos los niños del pueblo las cosas que había aprendido durante su vida. La escuela se llenó rápidamente con estudiantes ansiosos por aprender.

El señor Jesús les enseñaba matemáticas, ciencias naturales e incluso les contaba historias emocionantes sobre viajes alrededor del mundo. Con el tiempo, muchos de los niños de Esperanza crecieron y se convirtieron en profesionales exitosos gracias a la educación que recibieron del señor Jesús.

Nunca olvidaron lo importante que fue tener esperanza y ayudarse mutuamente. Y así es como una pequeña comunidad cambió para siempre gracias al encuentro con el señor cautivo Jesús.

Su historia inspiradora nos recuerda que todos tenemos algo valioso para ofrecer al mundo si tan solo nos damos la oportunidad de brillar.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!