El Rescate de la Princesa Anastasia


Había una vez en un reino lejano, una princesa llamada Anastasia. Era conocida por su belleza y bondad, lo que despertaba la envidia de su madrastra, una bruja malvada que anhelaba ser la mujer más hermosa del reino.

Un día, la madrastra bruja preparó un hechizo para eliminar a Anastasia y así lograr su objetivo. Sin embargo, la princesa logró escapar de las garras de la bruja y se adentró en el bosque, sin rumbo fijo.

Después de caminar durante horas, llegó a un pequeño pueblito donde decidió refugiarse. En este pueblo vivía un joven príncipe llamado Mateo. Él era amable y generoso con todos los habitantes del lugar.

Cuando vio a Anastasia perdida y cansada, decidió acercarse a ella para ofrecerle ayuda. "¿Estás bien? Pareces necesitar ayuda", preguntó el príncipe Mateo con preocupación. Anastasia miró al príncipe con gratitud y le contó su historia.

El príncipe se compadeció de ella y le ofreció quedarse en el castillo real mientras encontraba una solución para ayudarla a vencer el hechizo de la malvada madrastra. Mientras tanto, la madrastra bruja no estaba dispuesta a dejar que Anastasia fuera feliz.

Con su varita mágica poderosa, lanzó un hechizo sobre la princesa convirtiéndola en una estatua de cristal. La bruja creía haberse deshecho de su rival para siempre.

El príncipe Mateo se enteró del destino de Anastasia e inmediatamente buscó consejo con un sabio anciano del reino. El anciano le dijo que solo el verdadero amor podría romper el hechizo y devolver a Anastasia a su forma humana.

Decidido a salvar a la princesa, el príncipe Mateo corrió hacia donde se encontraba Anastasia convertida en cristal. Con lágrimas en los ojos y todo su amor en el corazón, besó delicadamente los labios fríos de la princesa.

Y entonces ocurrió algo maravilloso: la estatua comenzó a brillar intensamente hasta que finalmente se rompió en mil pedazos liberando a Anastasia quien volvió a ser humana gracias al poder del amor verdadero.

La malvada madrastra bruja presenció este acto desde lejos y llena de ira intentó huir pero fue detenida por los guardias del reino quienes llevaron justicia al castigarla por sus acciones malignas.

Desde ese día, Anastasia y Mateo reinaron juntos como príncipes gobernantes llenos de amor por su pueblo y uno al otro; demostrando que ninguna maldad puede resistir ante el poder del afecto sincero y desinteresado.

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