El rescate de las luciérnagas
Había una vez dos primos muy traviesos, Martín y Sofía, que vivían en la bulliciosa ciudad de Buenos Aires.
Un verano, su abuela Clara les propuso hacer un viaje a Canadá para visitar un mágico bosque en el sur del país. Los ojos de los niños se iluminaron de emoción al escuchar la noticia. El día del viaje llegó y los tres aventureros abordaron el avión con destino a Canadá.
Al llegar, fueron recibidos por un guía local llamado Pablo, quien los llevaría al bosque encantado. El camino estaba rodeado de árboles altísimos y pájaros cantando melodías desconocidas para ellos. "¡Abuela Clara, esto es increíble! ¡Nunca vi árboles tan grandes!" exclamó Sofía emocionada.
"Sí, querida Sofi, la naturaleza nos regala maravillas si sabemos apreciarlas", respondió la abuela con una sonrisa cálida. Pablo los llevó a través de senderos serpenteantes hasta llegar a una cascada cristalina que caía en una laguna color turquesa.
Martín y Sofía no pudieron resistirse y se zambulleron en el agua fresca riendo a carcajadas. De repente, mientras exploraban el bosque, se dieron cuenta de que se habían separado de Pablo y la abuela Clara.
El sol comenzaba a ponerse y una leve bruma cubrió el lugar. "¡Martín, ¿dónde están Pablo y la abuela? Estoy asustada!" dijo Sofía con voz temblorosa.
"Tranquila Sofi, encontraremos el camino de regreso juntos", respondió Martín tratando de mantener la calma. Caminaron entre los árboles buscando alguna pista que los guiara de vuelta al punto de encuentro.
Fue entonces cuando vieron brillar una luz tenue entre las ramas: era un grupo de luciérnagas danzantes que parecían indicarles un camino seguro. Siguiendo a las luciérnagas llegaron a un claro donde encontraron a Pablo esperándolos junto a la abuela Clara con una linterna en mano. "¡Gracias por encontrarlos! Estábamos preocupados", exclamó Clara abrazando fuertemente a sus dos nietos.
"Las luciérnagas nos ayudaron a encontrar nuestro camino", explicó Martín señalando hacia los pequeños insectos luminosos que seguían revoloteando alrededor. Juntos regresaron al campamento base donde disfrutaron de una fogata bajo las estrellas compartiendo historias y risas.
Esa noche comprendieron lo importante que es estar siempre juntos y cuidarse mutuamente en cualquier situación adversa.
Al día siguiente emprendieron el regreso hacia Buenos Aires con el corazón lleno de recuerdos inolvidables y aprendizajes valiosos sobre la importancia del trabajo en equipo y la solidaridad familiar. Y así terminó esta inolvidable aventura en el mágico bosque del sur de Canadá.
FIN.