El rescate de las mariposas



Había una vez en un bosque encantado, dos amigos muy especiales: Tomás, un conejo travieso y curioso, y Martina, una ardilla ágil y astuta. Vivían juntos en una madriguera acogedora al pie de un gran roble.

Una mañana soleada, mientras Tomás y Martina jugaban a las escondidas entre los árboles frondosos, escucharon un ruido extraño que venía del claro del bosque. Se acercaron sigilosamente y descubrieron a un zorro hambriento tratando de atrapar mariposas para alimentarse.

- ¡Martina, debemos ayudar a las mariposas! -exclamó Tomás preocupado. Juntos idearon un plan: mientras Martina distraía al zorro con su agilidad saltando de rama en rama, Tomás corría hacia las mariposas para guiarlas lejos del peligro.

El zorro no pudo alcanzar ninguna gracias a la valentía y rapidez de los amigos. Al caer la tarde, exhaustos pero felices por haber salvado a las mariposas, decidieron celebrar con una merienda especial.

Martina sacó del bolso unas nueces jugosas que habían recolectado días antes y Tomás trajo bayas dulces que había encontrado cerca del arroyo. El aroma de las nueces tostadas llenó el aire fresco del bosque mientras los amigos compartían historias y risas alrededor de una fogata improvisada.

El crujir de las nueces al partirse se mezclaba con el canto melodioso de los pájaros al atardecer. Las risas se prolongaron hasta que la luna brillaba en lo alto del cielo nocturno.

Tomás y Martina se abrazaron cariñosamente sabiendo que juntos eran más fuertes y capaces de superar cualquier desafío que se les presentara en el bosque encantado.

Así, entre sabores dulces y sonidos mágicos, la amistad entre el conejo curioso y la ardilla astuta creció aún más fuerte, convirtiéndose en un ejemplo para todos los habitantes del bosque.

Y aunque aventuras nuevas esperaban a estos inseparables amigos, siempre recordarían aquella tarde especial como el día en que salvaron a las mariposas con valentía y trabajo en equipo.

FIN.

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