El rescate de Martina y Lío



Martina era una niña alegre y curiosa que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Tenía un perro llamado Lío, un simpático golden retriever con el pelaje dorado como el sol.

Todos los días, Martina y Lío se levantaban temprano y salían a caminar por el parque cercano. Les encantaba explorar cada rincón del lugar, descubriendo nuevos árboles, flores y animales.

Un día caluroso de verano, mientras paseaban bajo la sombra de los árboles, Martina escuchó unos ruidos extraños provenientes del lago. Se acercó corriendo para averiguar qué estaba ocurriendo. Al llegar al lago, Martina vio a un patito amarillo nadando desesperadamente en círculos. Parecía estar asustado y no sabía cómo salir del agua.

Sin pensarlo dos veces, Martina se quitó los zapatos y se metió en el lago para rescatarlo. Cuando finalmente logró alcanzar al patito, lo envolvió con cuidado en su camiseta y lo llevó hasta la orilla.

El patito estaba muy cansado pero sano y salvo gracias a la valiente acción de Martina. "¡Qué bien hiciste! Eres una heroína", exclamó Lío mientras movía su cola emocionado.

Martina sonrió orgullosa pero también sintió curiosidad por saber cómo había llegado el patito hasta allí. Decidió llevarlo a casa para cuidarlo hasta que pudiera volar nuevamente. En casa, Martina preparó un pequeño nido con una caja llena de paja y colocó al patito en su interior.

Lo alimentó con pequeños trozos de pan mojado en agua y le dio mucho cariño. Con el paso de los días, Martina observaba cómo el patito crecía cada vez más fuerte y sus plumas comenzaban a desarrollarse.

Sabía que pronto sería hora de dejarlo volar libremente. Una tarde, mientras Martina se encontraba jugando con Lío en el jardín, notó que el patito estaba inquieto dentro del nido.

Se acercó rápidamente para ver qué sucedía y se sorprendió al ver cómo las alas del patito estaban completamente formadas. "Creo que es hora de decirle adiós", dijo Martina con un tono melancólico. Martina llevó al patito hasta la orilla del lago donde lo había rescatado.

Con lágrimas en los ojos, lo soltó suavemente sobre el agua. El patito nadó hacia ella por última vez antes de emprender vuelo hacia lo desconocido. Martina sintió una mezcla de tristeza y alegría al ver cómo el patito desaparecía en el horizonte.

Sabía que había hecho lo correcto al ayudarlo a encontrar su libertad nuevamente. "Gracias por todo, pequeño amigo", susurró Martina mientras secaba sus lágrimas.

Desde ese día, Martina entendió la importancia de ayudar a otros seres vivos y aprender a dejarlos ir cuando llega el momento adecuado. Aprendió que todos tenemos un propósito en esta vida y que muchas veces ese propósito implica brindar amor y cuidado a quienes más lo necesitan.

Martina y Lío continuaron paseando por el parque todas las tardes de verano, pero ahora, también llevaban consigo un corazón lleno de gratitud y una lección invaluable que nunca olvidarían.

FIN.

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