El rescate de Mateo


Había una vez en un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires, un niño llamado Mateo.

Un día, mientras jugaba en la plaza del pueblo con su pelota de fútbol, se distrajo persiguiendo a un perro que pasaba corriendo y, al darse cuenta, ya no encontraba a su papá por ningún lado. - ¡Papá! ¡Papá! -gritaba Mateo entre lágrimas mientras buscaba desesperadamente entre la gente que paseaba por el lugar.

El sol comenzaba a ocultarse detrás de las casas y Mateo se sentía cada vez más asustado. Decidió entonces ir hasta la comisaría del pueblo para pedir ayuda. El oficial Ramírez lo escuchó con atención y le prometió ayudarlo a encontrar a su papá.

- Tranquilo, Mateo. Vamos a buscar juntos a tu papá. ¿Cómo es él? ¿Qué ropa lleva puesta? -preguntó el oficial Ramírez intentando calmar al niño. Mateo describió a su papá: alto, con barba y una gorra azul.

Con esa información, el oficial organizó rápidamente un grupo de búsqueda con otros policías y vecinos del pueblo. Todos se dispersaron por las calles, plazas y comercios en busca del padre de Mateo.

La noche caía sobre el pueblo y Mateo estaba cada vez más preocupado. De repente, escuchó una voz familiar que lo llamaba desde unas escaleras oscuras cerca del mercado.

- ¡Mateo! ¡Hijo mío! -era su papá quien lo había encontrado gracias al operativo de búsqueda organizado por el oficial Ramírez. Padre e hijo se abrazaron emocionados mientras los vecinos aplaudían felices por haber reunido a la familia nuevamente. El oficial Ramírez sonreía satisfecho al verlos juntos otra vez.

- Gracias por ayudarme a encontrar a mi papá, señor oficial -dijo Mateo con gratitud en sus ojos brillantes. - De nada, Mateo. Recuerda siempre mantener la calma en situaciones difíciles y buscar ayuda cuando la necesites.

Estoy feliz de haber podido ayudarte -respondió amablemente el oficial Ramírez. Desde ese día, Mateo aprendió la importancia de prestar atención a su entorno y mantenerse cerca de sus seres queridos en lugares públicos para evitar perderse nuevamente.

Y nunca olvidaría la valiosa lección de solidaridad y trabajo en equipo que le enseñaron aquel día inolvidable en el pequeño pueblo argentino donde vivía.

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