El rescate de Mimoso



Había una vez una mujercita llamada Constanza, que tenía unos ojos grandes y hermosos. Constanza vivía en un pequeño pueblo rodeado de árboles y flores, donde siempre se sentía feliz.

Pero lo que más amaba Constanza eran los gatos. Constanza tenía su propia colección de libros sobre gatos y pasaba horas leyendo historias sobre ellos. Soñaba con tener muchos gatitos para cuidarlos y jugar con ellos todo el día.

Un día, mientras caminaba por el parque del pueblo, Constanza escuchó un débil maullido proveniente de un arbusto. Siguió el sonido hasta encontrar a un pequeño gatito negro y blanco, temblando de frío y miedo. - ¡Oh, pobrecito! -exclamó Constanza mientras acariciaba al gatito-.

No te preocupes, yo cuidaré de ti. Constanza llevó al gatito a su casa y le dio un nombre: Mimoso. Desde ese momento, Mimoso se convirtió en su mejor amigo.

Juntos pasaban horas jugando, leyendo e incluso bailando al ritmo de la música que les gustaba. Pero un día algo triste ocurrió: Mimoso desapareció sin dejar rastro. Constanza buscó por todas partes pero no pudo encontrarlo. Estaba desconsolada.

Decidida a encontrar a su querido amigo felino, Constanza decidió investigar qué había pasado. Preguntó a todos en el pueblo si habían visto a Mimoso pero nadie sabía nada. Entonces recordó que cerca del parque había una vieja casona abandonada.

Se decía que estaba embrujada, pero Constanza no creía en esas cosas. Decidió ir a investigar por sí misma. Al llegar a la casona, Constanza escuchó unos ruidos extraños provenientes del sótano.

Armándose de valor, bajó las escaleras y se encontró con una sorpresa: Mimoso estaba atrapado en una jaula. - ¡Mimoso! -gritó Constanza emocionada-. ¡Te encontré! Constanza buscó la forma de abrir la jaula pero estaba cerrada con un candado muy grande y viejo.

Entonces recordó que siempre llevaba consigo un pequeño kit de herramientas para arreglar cosas en su casa. Usando sus habilidades manuales, Constanza logró abrir la jaula y liberar a Mimoso. El gatito saltó a los brazos de su amiga y comenzaron a lamerse mutuamente como muestra de cariño.

De regreso al pueblo, Constanza fue recibida como una heroína por todos los vecinos que habían visto su valiente acto de rescate. La noticia se extendió rápidamente y el periódico local incluso le dedicó un artículo.

A partir de ese día, todos conocieron a Constanza como "La chica del corazón valiente". Además, gracias a su historia, muchas personas decidieron adoptar gatos abandonados y cuidarlos con amor y respeto.

Y así termina esta historia inspiradora sobre Constanza, una mujercita de ojos grandes que amaba los gatos, la lectura y la música. Aprendió que nunca debemos rendirnos cuando alguien necesita nuestra ayuda, y que el amor y la valentía pueden hacer grandes cambios en el mundo.

FIN.

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