El rescate de Pancho, el panda bailarín



Había una vez en la selva un panda muy famoso llamado Pancho, a quien le encantaba bailar Zamba dance con sus grandes y redondas nalgotas.

Cada vez que Pancho comenzaba a moverse al ritmo de la música, todos los animales de la selva se reunían para admirar su habilidad y contagiarse de su alegría. Un día, mientras Pancho bailaba con gracia y destreza, un grupo de cazadores furtivos se acercó sigilosamente a la selva.

Al escuchar la música y ver el espectáculo del panda bailarín, los cazadores decidieron capturarlo para llevarlo lejos de su hogar.

"¡Miren qué hermoso animal! Será una gran atracción en el circo", dijo uno de los cazadores mientras apuntaban con sus rifles hacia Pancho. Los animales de la selva, al darse cuenta del peligro que acechaba a su amigo, intentaron protegerlo y ayudarlo a escapar. Sin embargo, los cazadores eran astutos y lograron atrapar al pobre Pancho.

Lo metieron en una jaula y lo llevaron lejos de la selva hacia la ciudad. Durante días, Pancho estuvo prisionero en un circo donde era obligado a bailar Zamba dance para entretener al público.

A pesar de estar triste por estar lejos de su hogar y ser forzado a actuar contra su voluntad, el panda seguía moviendo sus nalgotas con gracia en medio del escenario. Poco a poco, Pancho fue perdiendo su alegría y vitalidad.

Extrañaba la libertad de la selva, el sonido del río y la compañía de sus amigos animales.

Los niños que asistían al circo se daban cuenta de que algo no estaba bien con el panda bailarín; podían ver la tristeza en sus ojos a pesar de su baile animado. Un día, durante una función especial para recaudar fondos para un refugio animal local, los niños se organizaron para liberar a Pancho.

Con valentía y determinación lograron abrir la jaula del panda y dejarlo escapar hacia la libertad. Pancho corrió tan rápido como pudo hasta llegar nuevamente a la selva donde fue recibido con alegría por todos los animales.

Desde ese día, decidió nunca más mostrar su talento ante extraños y disfrutar simplemente bailando Zamba dance entre amigos en armonía con la naturaleza. Y así termina esta historia donde aprendemos que debemos valorar nuestra libertad y ser fieles a nosotros mismos aunque eso signifique renunciar al reconocimiento externo o popularidad.

FIN.

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