El rescate de Pelusa
El gatito se llamaba Pelusa y se encontraba en medio de un parque desconocido para él. Sus ojitos verdes brillaban de miedo mientras buscaba a su mamá gata entre los árboles y las bancas.
Pelusa maullaba tristemente, pero nadie parecía escucharlo. Hasta que, de repente, una voz dulce y amigable lo llamó desde lejos. - ¡Hola, pequeño! ¿Estás perdido? -dijo una niña con una sonrisa cálida en el rostro.
Pelusa se acercó tímidamente a la niña, quien lo acarició suavemente y lo tomó en brazos. - No te preocupes, yo te ayudaré a encontrar a tu mamá -dijo la niña con ternura. La niña se llamaba Sofía y había ido al parque a jugar con sus amigos.
Pero al ver al gatito perdido, decidió dejar todo de lado para ayudarlo. Juntos recorrieron el parque buscando pistas sobre la mamá de Pelusa.
Preguntaron a los pájaros, a las ardillas e incluso al viejo roble del parque, pero nadie sabía dónde estaba la mamá gata. De repente, escucharon un débil maullido que provenía de un arbusto cercano. Corrieron hacia allí y descubrieron a la mamá gata atrapada entre unas ramas.
Estaba herida y no podía salir por sí misma. - ¡Oh no! ¡Tenemos que ayudarla! -exclamó Sofía preocupada. Con cuidado, Sofía liberó a la mamá gata y la acercó a Pelusa. El reencuentro fue emocionante: ambos se restregaron cariñosamente y comenzaron a ronronear felices.
- Gracias por ayudarnos, Sofía -maulló la mamá gata. - De nada, ustedes también me ayudaron. A veces todos necesitamos un poco de ayuda para encontrar nuestro camino -respondió Sofía con una sonrisa tierna.
Desde ese día, Pelusa vivió junto a su mamá en casa de Sofía. La niña les construyó una casita en el jardín donde podían dormir tranquilos todas las noches. Y así formaron una familia llena de amor y compañerismo.
Y colorín colorado este cuento ha terminado; espero que hayan disfrutado esta historia donde el valor de la amistad y la solidaridad nos enseñan que siempre es importante tender una mano cuando alguien lo necesita.
FIN.