El rescate de Río
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un grupo de amigos llamados Lucas, Martina y Sofía. Eran inseparables y siempre buscaban aventuras emocionantes para vivir juntos.
Un día, mientras paseaban por el río que cruzaba el pueblo, escucharon unos llantos desesperados. - ¡Escuchen! ¿Eso no suena como un perro? - preguntó Lucas con curiosidad. Los tres amigos siguieron el sonido hasta llegar a la orilla del río.
Para su sorpresa, vieron a un perro luchando por mantenerse a flote en el agua turbulenta. - ¡Tenemos que hacer algo! - exclamó Sofía preocupada. Sin pensarlo dos veces, los valientes amigos se quitaron los zapatos y se adentraron en el río para rescatar al indefenso animal.
Con mucho esfuerzo lograron alcanzarlo y llevarlo a salvo a la orilla. - ¡Lo logramos! Está bien ahora - dijo Martina aliviada mientras acariciaba al perro mojado.
El perro les lamía las manos como si quisiera darles las gracias por salvarlo. Era un cachorro muy simpático con manchas marrones y una cola juguetona que no paraba quieta. - Parece que este pequeño ha encontrado nuevos mejores amigos - dijo Lucas con una sonrisa.
Decidieron llevar al cachorro a casa de Sofía ya que era la única sin mascotas y tenía espacio suficiente para cuidarlo adecuadamente. Le dieron de comer, le dieron un baño caliente y lo nombraron "Río" en honor al lugar donde lo encontraron.
Desde ese día, Lucas, Martina y Sofía se convirtieron en los guardianes de Río. Juntos lo entrenaron, le enseñaron trucos y le dieron todo el amor que un perro podría desear. Pero la historia no termina ahí.
Un día, mientras paseaban con Río por el parque del pueblo, vieron a un hombre buscando algo desesperadamente. - ¿Qué te pasa? - preguntó Martina al hombre preocupada.
- Perdí a mi perro hace unos días y estoy tratando de encontrarlo por todos lados - respondió el hombre con tristeza en su voz. Los amigos recordaron haber visto carteles anunciando la pérdida de un perro muy similar al suyo.
Sin pensarlo dos veces, llevaron a Río hacia el hombre para ver si era su dueño perdido. Al acercarse al hombre, Río comenzó a saltar emocionado y ladrar de alegría. El hombre no pudo contener las lágrimas de felicidad al reconocer a su querido compañero animal.
- ¡Río! ¡Mi querido Río! ¡Te extrañé tanto! - exclamó el hombre abrazando al cachorro con fuerza. Los amigos sonrieron sabiendo que habían hecho algo maravilloso. Habían salvado una vida y reunido a un perro con su dueño.
El hombre les dio las gracias una y otra vez antes de marcharse junto a Río. Pero antes de irse, dejó un generoso regalo para los amigos como muestra de gratitud por su noble acción.
Desde ese día, Lucas, Martina y Sofía aprendieron que incluso siendo niños podían hacer grandes cosas para ayudar a otros seres vivos. Aprendieron que nunca debemos dar la espalda a alguien en necesidad y que siempre hay una forma de hacer la diferencia.
Y así, los tres amigos continuaron su vida con el corazón lleno de alegría y gratitud por haber tenido la oportunidad de rescatar a Río y devolverlo a su hogar.
Y cada vez que pasaban por el río, recordaban aquella aventura especial que les enseñó el poder del amor y la amistad.
FIN.