El rescate de Sofía


Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y árboles frondosos, una niña llamada Sofía. Sofía era una niña alegre, curiosa y llena de energía.

Le encantaba jugar con sus amigos al aire libre, correr por el parque, subirse a los árboles y descubrir nuevos lugares para explorar. Un día soleado de primavera, Sofía se despertó emocionada porque había quedado en encontrarse con sus amigos en el parque para jugar al escondite.

Se vistió rápidamente con su remera roja favorita y sus zapatillas blancas, y salió corriendo de su casa. Al llegar al parque, se encontró con Tomás, Martina y Lucas, sus mejores amigos.

Estaban ansiosos por empezar a jugar y decidieron que Martina sería la que contaría primero mientras los demás se escondían. "¡Uno, dos y tres! ¡Allá voy!", gritó Martina mientras los otros salían corriendo en busca del mejor escondite. Sofía decidió trepar a un árbol alto para pasar desapercibida.

Desde arriba podía ver a todos sus amigos buscando frenéticamente un lugar donde ocultarse. De repente, escuchó unos ruidos extraños provenientes del otro lado del parque. Curiosa como siempre, decidió bajar del árbol para investigar.

Siguiendo el sonido llegó hasta un rincón del parque donde vio a un gatito atrapado entre unas ramas espinosas. El pobre animalito maullaba asustado sin poder salir.

Sin dudarlo un segundo, Sofía se acercó con cuidado y logró rescatar al gatito sano y salvo. "¡Miren lo que encontré!", exclamó Sofía mostrando orgullosa al gatito a sus amigos que habían ido en su búsqueda preocupados. Tomás sugirió llevarlo al veterinario para asegurarse de que estuviera bien.

Así que juntos fueron hasta la clínica más cercana donde confirmaron que el gatito estaba deshidratado pero fuera de peligro. Desde ese día, Sofía adoptó al gatito al que llamaron Pelusa como su mascota inseparable.

Aprendió la importancia de ser solidaria y estar atenta a las necesidades de los demás incluso cuando estaban jugando o divirtiéndose. A partir de entonces cada vez que jugaban en el parque o exploraban nuevos lugares Pelusa los acompañaba llenando sus días de alegría y travesuras.

Sofía comprendió que ayudar a otros no solo era importante sino también gratificante ya que había ganado un amigo fiel gracias a su valentía e instinto protector hacia los animales indefensos.

Y así fue como Sofia aprendió una gran lección: la verdadera amistad va más allá del juego y se basa en el amor incondicional hacia aquellos que nos necesitan.

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