El rescate del amigo alado



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Verde, un niño llamado Juan que vivía en una casa junto a un hermoso jardín.

A Juan le encantaba pasar horas jugando entre las flores y los árboles, pero lo que más le gustaba era observar el gran árbol de cerezo que había en medio del jardín.

Cada mañana, al despertarse, Juan salía corriendo hacia el árbol de cerezo y le hablaba con cariño:- ¡Buenos días, querido árbol! ¿Cómo estás hoy? Y el árbol parecía responderle meciendo sus ramas suavemente con la brisa matutina. Un día, mientras Juan estaba sentado bajo la sombra del árbol, escuchó un susurro proveniente de las hojas.

Se acercó curioso y descubrió a un pajarito atrapado entre las ramas. - ¡Oh no! -exclamó Juan preocupado-. Tranquilo amiguito, voy a ayudarte. Con cuidado liberó al pajarito y lo sostuvo en sus manos.

El ave lo miró agradecida y luego revoloteó hasta posarse en una rama cercana. Desde ese día, el pajarito visitaba a Juan todas las mañanas y juntos compartían momentos llenos de alegría y diversión. El árbol de cerezo parecía sonreír viendo la amistad que se había formado bajo su sombra.

Pero un día llegaron vientos fuertes al pueblo y el árbol de cerezo comenzó a tambalearse peligrosamente. Juan sintió tristeza al verlo en peligro y decidió actuar rápidamente. - ¡Amigo árbol, aguanta! -gritaba mientras abrazaba su tronco con fuerza.

Entonces recordó algo que su abuelo solía decirle: "La fuerza está en la unión". Sin dudarlo, llamó a todos los vecinos del pueblo para que lo ayudaran a sostener al árbol de cerezo.

Entre todos lograron mantener firme al árbol hasta que cesaron los vientos. El pueblo entero celebró la valentía y solidaridad de Juan, quien comprendió entonces el verdadero significado de cuidar la naturaleza y trabajar en equipo.

Desde aquel día, cada mañana antes de jugar con el pajarito, Juan regaba las raíces del árbol de cerezo como muestra de gratitud por todo lo que les había dado.

Y así, entre risas y cantos de pájaros, la vida en Villa Verde siguió siendo tan hermosa como siempre gracias al amor incondicional de un niño por la naturaleza.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!