El rescate del Nene Mago
Había una vez un niño llamado Tomás que era muy curioso y aventurero. Un día, mientras caminaba por el bosque, descubrió una casa abandonada y muy vieja. La casa tenía las ventanas rotas y la puerta estaba desvencijada.
Tomás decidió entrar a investigar, pero en cuanto puso un pie dentro de la casa, escuchó ruidos extraños que lo asustaron mucho. Intentó salir corriendo, pero la puerta se cerró detrás de él con un fuerte golpe.
-¡Ayuda! ¿Hay alguien ahí? -gritó Tomás con todas sus fuerzas. Pero nadie respondió. Se dio cuenta de que estaba atrapado en una casa embrujada y no sabía cómo salir de allí.
De repente, apareció un pequeño mago vestido con una capa violeta. - Hola, Tomás. Soy el nene mago y estoy aquí para ayudarte -dijo el mago con voz amable-. Pero primero debes aprender algo importante: nunca entres a lugares desconocidos sin saber antes lo que hay adentro.
Tomás entendió su error y le prometió al nene mago que siempre sería más cuidadoso en el futuro. Entonces el mago hizo un hechizo mágico para abrir la puerta y liberar a Tomás de la casa embrujada.
- ¡Gracias! -exclamó Tomás emocionado-. ¿Cómo puedo agradecerte? El nene mago sonrió y le dijo:- La mejor manera de agradecerme es aprendiendo mis enseñanzas: sé prudente en tus aventuras, piensa antes de actuar y nunca subestimes el poder de la magia.
Tomás se despidió del nene mago con una sonrisa y prometió seguir sus consejos. A partir de ese día, se convirtió en un aventurero más sabio y cauteloso.
Y cada vez que recordaba su experiencia en la casa embrujada, agradecía al nene mago por haberle enseñado una valiosa lección sobre la importancia de ser precavido en todo momento.
FIN.