El rescate del número 4


Había una vez en un lugar muy especial llamado Númerolandia, donde todos los números vivían felices y en armonía. Había números grandes como el 100 y pequeños como el 1, pero todos eran importantes y tenían su función.

Un día, la noticia más impactante llegó a los oídos de todos los habitantes de Númerolandia: ¡El número 4 se había perdido! Nadie sabía cómo ni cuándo había pasado esto, pero lo que sí era cierto es que no estaba en su lugar correspondiente.

Los demás números comenzaron a preocuparse mucho por él. Al principio pensaron que quizás se había ido de paseo, pero después de varios días sin noticias decidieron salir a buscarlo.

Fue entonces cuando la aventura comenzó para nuestros amigos numeritos. El número 6 y el número 8 fueron los primeros en salir a buscar al desaparecido número 4. Caminaron por todas partes preguntando si alguien lo había visto o tenía alguna pista sobre su paradero.

"¿Has visto al número 4?", preguntaba el número 6. "Lo siento amigo, no he visto nada", respondió el número 9. Así siguieron buscando durante días hasta que finalmente llegaron a un bosque muy frondoso donde encontraron al misterioso número 7.

"¡Hola! ¿Qué haces aquí?", preguntó sorprendido el número 6. "Estoy buscando al número 4 también", respondió con tristeza el solitario siete. "¡Entonces únete a nosotros!", exclamó emocionado el ocho mientras agarraba la mano del siete y juntos siguieron adelante.

Mientras tanto, en otro lugar de Númerolandia, el número 4 se encontraba perdido y asustado. No sabía cómo volver a su hogar ni a sus amigos. "¡Ayuda! ¿Hay alguien ahí?", gritó el número 4.

"¿Quién eres tú?", preguntó la voz misteriosa que venía del otro lado. "Soy el número 4, me he perdido y no sé cómo volver a casa", respondió con tristeza. La voz misteriosa resultó ser un viejo y sabio número llamado 0.

Él le explicó al cuatro que para encontrar su camino de regreso debía buscar en su interior y recordar cuál era su función en Númerolandia.

Después de mucho pensar, el cuatro finalmente recordó que su función era ser la mitad del ocho y juntos formaban un corazón muy especial. Con esa idea clara en mente, comenzó a caminar hacia adelante hasta que finalmente llegó al bosque donde se encontraban sus amigos buscándolo.

Todos se abrazaron emocionados al verse de nuevo después de tanto tiempo separados. El número 4 contó lo que había pasado y cómo había encontrado su camino gracias a las palabras del sabio cero.

Desde ese día, los números aprendieron una gran lección: nunca subestimes tu valor o importancia porque siempre hay alguien esperando por ti. Y así continuaron viviendo felices en Númerolandia, cada uno cumpliendo su función pero siempre unidos como una familia única e inseparable.

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