El rescate del patito



Había una vez una granja en la que vivían muchos animales. Allí había una ovejita llamada Oveja, un árbol de coronilla muy alto y majestuoso, un gallo llamado Wey y muchas gallinas y gansos.

Todos los días se divertían juntos, jugando y explorando la granja. Un día soleado, mientras jugaban cerca del lago, el pato decidió aventurarse más allá de los límites de la granja.

Nadie sabía por qué el pato se fue tan lejos, pero lo cierto era que se había perdido. - ¡Oh no! -exclamó Oveja preocupada-. Tenemos que encontrar al pato antes de que caiga la noche. - Tienes razón, amiga -dijo Wey con valentía-. Vamos a buscarlo todos juntos.

Así comenzó la búsqueda del pato perdido. Los animales recorrieron cada rincón de la granja y preguntaron a todos los demás animales si habían visto al pato. Sin embargo, nadie tenía noticias de él.

Después de mucho buscar sin éxito, decidieron ir más allá de los límites conocidos de la granja para explorar nuevos territorios en busca del patito perdido. Fue así como llegaron a un hermoso bosque lleno de árboles altos y frondosos.

Mientras caminaban entre los árboles, Oveja notó algo extraño en uno de ellos: ¡era su amigo el árbol de coronilla! Pero estaba muy triste porque también había perdido algo importante: sus hojas doradas. - ¿Qué te pasó? -le preguntó Oveja preocupada.

- Me siento tan vacío sin mis hojas doradas -respondió el árbol de coronilla con tristeza-. No sé qué hacer. Oveja tuvo una idea brillante.

Recordó que en la granja había un pequeño estanque lleno de agua cristalina donde los patos solían nadar. Pensó que tal vez el patito se había perdido allí y decidió llevar al árbol de coronilla hasta ese lugar para buscarlo juntos. Al llegar al estanque, encontraron al pato nadando felizmente entre los nenúfares.

Estaba tan emocionado de ver a sus amigos que comenzó a dar vueltas y más vueltas alrededor del árbol de coronilla, quien recuperaba sus hojas doradas cada vez que el pato pasaba cerca suyo. - ¡Lo encontramos! -gritó Wey entusiasmado-.

Ahora todos podemos volver a casa juntos. Los animales regresaron triunfantes a la granja, llevando consigo al pato y al árbol de coronilla con sus hojas doradas resplandecientes. Todos celebraron con alegría porque habían encontrado lo que habían perdido.

A partir de ese día, Oveja, Wey, las gallinas y gansos cuidaron mucho más unos de otros. Aprendieron la importancia de estar juntos y ayudarse mutuamente cuando alguien se sentía perdido o triste.

Y así fue como Oveja, el árbol de coronilla, Wey y todos los demás animales vivieron felices en la granja, recordando siempre que la amistad verdadera es capaz de superar cualquier obstáculo.

FIN.

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