El rescate dulce



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Dulceville, dos hermanos llamados Hansel y Gretel. Eran muy curiosos y siempre estaban buscando nuevas aventuras.

Un día, mientras exploraban el bosque cercano a su casa, se encontraron con una extraña casita hecha completamente de caramelos y chocolates. - ¡Mira Gretel! ¡Una casa de dulces! - exclamó Hansel emocionado. - Parece sacada de un cuento de hadas, ¿no crees? - respondió Gretel asombrada.

Sin pensarlo dos veces, los hermanos se acercaron a la casita y comenzaron a probar sus deliciosas paredes. Pero justo cuando estaban disfrutando de aquel festín dulce, apareció una voz misteriosa desde adentro. - ¿Quiénes son ustedes? - preguntó la voz intrigante.

- Somos Hansel y Gretel, dos niños que han encontrado esta maravillosa casita - respondió Hansel con entusiasmo. La puerta se abrió lentamente revelando a una anciana amable y sonriente.

Era la dueña de la casita y les ofreció entrar para compartir más dulces juntos. Los hermanos aceptaron encantados sin sospechar lo que estaba por suceder. Una vez dentro, la anciana mostró su verdadera cara: era una bruja malvada que atrapaba niños para comérselos.

Rápidamente encerró a Hansel en una jaula y le ordenó a Gretel que trabajara como sirvienta para ella. Gretel sabía que tenía que rescatar a su hermano antes de que fuera demasiado tarde.

Sin embargo, la bruja era muy astuta y nunca dejaba la llave de la jaula al alcance de Gretel. Pero nuestra valiente Gretel no se rindió. Cada noche, mientras la bruja dormía, ella buscaba una forma de liberar a su hermano.

Un día, encontró un pequeño mapa escondido debajo de un plato. - ¡Hansel! ¡Mira lo que encontré! - susurró Gretel emocionada. El mapa llevaba a una cueva secreta donde se guardaban tesoros mágicos. Gretel sabía que allí encontraría algo que le ayudaría a rescatar a Hansel.

Con mucho cuidado y siguiendo las indicaciones del mapa, llegaron a la cueva. Dentro, encontraron un espejo mágico capaz de reflejar los deseos más profundos del corazón. Gretel miró fijamente el espejo y pensó en cómo podía salvar a su hermano.

De repente, el espejo comenzó a brillar intensamente y mostró una imagen: una poción especial que podría hacer desaparecer las barras de la jaula sin necesidad de una llave.

Gretel rápidamente preparó la poción siguiendo las instrucciones del espejo y corrió hacia la casita para liberar a Hansel. Al llegar, vertió la poción sobre las barras y estas se disolvieron como por arte de magia. - ¡Hermanito! ¡Estás libre! - exclamó Gretel abrazando emocionada a Hansel.

Juntos lograron escapar antes de que la bruja despertara y regresaron a su hogar en Dulceville. Desde aquel día, Hansel y Gretel aprendieron la importancia de no dejarse engañar por las apariencias y de trabajar juntos para superar cualquier obstáculo.

Y así, los dos hermanos vivieron muchas más aventuras, siempre recordando que la fuerza del amor fraternal puede vencer cualquier crisis de la cultura institucional.

FIN.

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