El rescate en la granja de Mc Donals



Era una noche oscura y tormentosa en la granja del señor Mc Donals. El viento aullaba y la lluvia caía a cántaros. En medio de esta tempestad, los caballos, inquietos y asustados, rompieron la cerca que los mantenía seguros. -¡Oh no! -gritó el señor Mc Donals, al ver cómo sus amigos de cuatro patas se escapaban. -María, ¡los animales han huido! -¿Cómo es posible? -preguntó su esposa, María Morales, con preocupación. -Debemos hacer algo, Atlas. -dijo el padre. -¡Vamos a rescatarlos! -exclamó su hijo Atlas, mirando por la ventana hacia el exterior.

Sin perder tiempo, el señor Mc Donals, María y Atlas se calzaron sus abrigos y salieron a la tormenta. -Debemos estar atentos, los animales no conocen el camino y podrían ponerse en peligro -dijo el señor Mc Donals. Con linternas en mano, comenzaron a buscar.

Primero encontraron a las vacas, que estaban asustadas bajo un gran árbol. -¡Vengan, chicas! -los llamó María, tratando de calmarlas. Las vacas, al verlos, se acercaron lentamente. Mientras tanto, Atlas se percató de que unos caballos trotando cerca de un arroyo parecían tener problemas. -¡Miren! -gritó el niño señalando. -¡Los caballos están atascados en el barro!

-¡Rápido! -dijo el señor Mc Donals, corriendo hacia ellos. -Voy a intentar ayudarles. Se acercaron con cuidado para no asustar a los animales. Con mucha paciencia, lograron guiarlos hacia un área más segura. Los caballos relincharon agradecidos. -¡Buen trabajo, Atlas! -exclamó María, sonriendo orgullosa de su hijo.

Tras rescatar a los caballos, se dieron cuenta de que algunos patos también estaban perdidos, a lo lejos se escuchaban sus graznidos. -¡Ahí están! -dijo Atlas. -¡Vamos! Ellos estaban intentando cruzar un charco profundo. Con un poco de ingenio, María hizo un camino de ramas para que pudieran pasar sin mojarse. -¡Vengan, amiguitos! ¡No tengan miedo! -los animó.

Finalmente, después de mucho esfuerzo, lograron reunir a todos los animales en el cobertizo. A pesar de la tormenta, se sintieron felices de haber trabajado en equipo. -No hay nada que no podamos lograr, si estamos juntos -dijo el señor Mc Donals mientras les acariciaba la cabeza a sus caballos. -Fueron muy valientes, todos ustedes -agregó María mirando a las vacas, patos, y gallinas.

Atlas sonrió, sintiéndose orgulloso de haber ayudado. -La próxima vez, necesitamos hacer una cerca más fuerte -dijo riendo. -Así no habrá más escapadas -concluyó el señor Mc Donals.

Y así, gracias a su valentía y trabajo en equipo, la familia Mc Donals aprendió una valiosa lección sobre la responsabilidad y el cuidado de los animales. La tormenta pasó, y con ella vino la calma y la alegría de saber que todos volverían a estar a salvo en casa.

FIN.

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