El respeto de Mateo



Un día, Mateo llegó a la escuela con su habitual alboroto. Corría de un lado a otro, gritando y molestando a sus compañeros. Pero esta vez algo era diferente. Sus amigos se veían cansados y enfadados.

"¡Mateo, por favor! ¡No puedo concentrarme con tanto ruido!", dijo Sofía, una de las amigas de Mateo. Pero él no pareció escucharla y continuó saltando y haciendo travesuras por toda la clase.

Los demás niños estaban hartos de su comportamiento inapropiado. Ese día, durante el recreo, los compañeros decidieron hablar con la maestra sobre el problema que tenían con Mateo. "Señorita Laura, estamos cansados de que Mateo siempre esté tan cerca nuestro y no nos respete", explicó Pedro.

La maestra asintió con comprensión y les pidió a todos que regresaran a sus lugares para continuar con las clases. Pero antes de hacerlo, les prometió que encontraría una solución al problema.

Después del colegio, la maestra Laura se acercó a Mateo mientras jugaba en el parque cercano a la escuela. Le explicó cómo se sentían sus compañeros cuando él los molestaba constantemente.

Mateo miró sorprendido a la maestra Laura y le preguntó:"¿Por qué me están diciendo esto? Yo solo quiero jugar". La maestra Laura sonrió dulcemente y respondió:"Mateo, entiendo que tengas mucha energía y ganas de divertirte, pero es importante aprender a respetar los espacios personales de los demás".

Mateo reflexionó sobre lo que la maestra le había dicho y decidió cambiar su comportamiento. Al día siguiente, llegó a la escuela con una actitud diferente. Durante las clases, Mateo se sentó en su lugar y prestó atención a las explicaciones de la maestra Laura.

Además, dejó de molestar a sus compañeros y les permitió concentrarse en sus tareas. "¡Vaya, Mateo! Estoy orgullosa de ti", dijo Sofía sorprendida por el cambio del niño.

Mateo sonrió y respondió:"Aprendí que todos merecen ser respetados y que no siempre puedo estar corriendo y gritando sin pensar en los demás". A partir de ese día, Mateo se convirtió en un ejemplo para todos los niños de la escuela.

Aprendieron que es importante tener energía y diversión, pero también saber cuándo es necesario respetar el espacio personal de los demás. Y así, gracias al esfuerzo de Mateo por cambiar su comportamiento, la clase se volvió más armoniosa y todos pudieron disfrutar de un ambiente tranquilo donde aprender juntos.

Desde entonces, Mateo aprendió a controlar su energía desbordante cuando era necesario. Y aunque todavía tenía momentos divertidos y llenos de alegría, nunca olvidaba respetar a los demás.

Y colorín colorado este cuento ha terminado; ahora recuerda siempre respetar el espacio personal de los demás ¡y vive felizmente junto a tus amigos!

FIN.

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