El respeto del monito travieso



Había una vez un pequeño mono llamado Tamito que vivía en la selva. Aunque era muy valiente, siempre se metía en problemas con los demás animales de la selva.

Un día, mientras jugaba cerca del río, se encontró con un grupo de leones. Los leones eran los reyes de la selva y no les gustaba que Tamito estuviera cerca. -¡Fuera de aquí, mono travieso! -rugió el líder de los leones.

Tamito asustado corrió lo más rápido que pudo y se refugió en un árbol alto. Desde allí vio a unos hipopótamos bañándose tranquilamente en el río. Pensó que sería seguro ir a jugar con ellos.

Cuando llegó al lugar donde estaban los hipopótamos, uno de ellos lo miró enfadado y dijo: -¡Este es nuestro lugar! ¡Vete! Tamito sintió tristeza pero entendió que había molestado a los hipopótamos también. Decidió alejarse y buscar otro sitio para jugar.

Mientras caminaba por la selva, escuchó un fuerte ruido detrás de unos arbustos. Al acercarse, vio a una manada de elefantes muy enfadados porque Tamito había pisoteado sus plantas favoritas. -¡Pequeño mono imprudente! -gritó el elefante más grande-.

¡No puedes andar por aquí sin pensar en las consecuencias! Tamito se disculpó rápidamente y prometió tener más cuidado la próxima vez. Continuando su camino por la selva, Tamito se encontró cara a cara con una serpiente venenosa.

-¡Hiss! ¡Fuera de mi camino, mono insolente! -siseó la serpiente. Tamito saltó hacia atrás asustado y se alejó rápidamente. Entendió que había invadido el territorio de la serpiente y decidió no meterse en problemas con ella.

Después de un largo día lleno de desafíos, Tamito se encontró con un grupo de jaguares. Esta vez, en lugar de huir o intentar jugar con ellos, decidió acercarse despacio y hablarles amablemente. -Hola jaguares, lamento si he causado algún problema antes. No quiero molestar a nadie más.

Solo quiero encontrar un lugar donde pueda jugar sin causar daño a nadie -dijo Tamito con sinceridad. Los jaguares se miraron entre sí sorprendidos por las palabras del pequeño mono.

Finalmente, uno de ellos habló: -Eso es muy valiente y maduro de tu parte, Tamito. Te daremos una oportunidad para demostrar que has aprendido la lección.

A partir de ese día, los jaguares permitieron a Tamito jugar cerca de su territorio siempre y cuando respetara las reglas y no molestara a los demás animales. Tamito aprendió una valiosa lección sobre respetar los espacios y necesidades de los demás habitantes de la selva.

Desde entonces, se convirtió en amigo tanto de los jaguares como del resto de animales que vivían allí. Y así fue como Tamito dejó atrás sus problemas en la selva al aprender a ser considerado y comprender las consecuencias de sus acciones.

Juntos, todos los animales disfrutaron de días llenos de diversión y amistad en la hermosa selva.

FIN.

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