El Respeto en el Pueblo de Santo Domingo



En el pequeño y colorido pueblo de Santo Domingo, vivían tres amigos inseparables: Lila, una niña curiosa y valiente; Tomás, un niño muy competitivo; y Santi, el más tranquilo de los tres. A pesar de ser amigos, cada uno tenía una forma diferente de ver la vida.

Una hermosa mañana, decidieron participar en la carrera de bicicletas que se celebraba en el pueblo. La emoción los invadía y, cada uno soñaba con ganar.

-Lila, ¿estás lista para perder? -dijo Tomás riendo, mientras hacía movimientos de carrera.

-Ah, sí, claro, eso lo dices porque estás nervioso -respondió Lila, mientras ajustaba su casco.

-Pónete el cinturón de seguridad, Lila, porque te voy a dejar atrás, ja! -exclamó Tomás, quien siempre quería ser el mejor en todo.

Santi, mirando la animación de sus amigos, decidió que no quería quedarse atrás así que se unió a la competencia. Pero a medida que la carrera comenzaba, la presión por ganar se hizo evidente.

Durante la carrera, Lila y Tomás, enfocados en la victoria, comenzaron a empujarse y a gritarse en lugar de apoyarse.

-¡No te me interpongas, Tomás! -gritó Lila, mientras casi se cae de la bicicleta.

-¡No me digas lo que tengo que hacer! ¡Estoy aquí para ganar! -respondió Tomás, enojado.

Santi decidió alejarse de ellos y terminó quedándose atrás. La carrera se volvió caótica, todos querían ganar a cualquier costo, y el respeto por los demás se empezó a desvanecer. Sin darse cuenta, empezaron a hacer trampa para llegar a la meta primero, lo que no solo los perjudicó a ellos, sino también a otros competidores.

Al final de la carrera, ninguno de los tres ganó y todos quedaron desilusionados.

-¿Por qué no pudimos disfrutar de la carrera? -preguntó Santi, triste.

-Porque estábamos más preocupados por ganar que por divertirnos -replicó Lila, reconociendo su error.

-Sí, y lo peor es que no respetamos a los demás -agregó Tomás, con la cabeza gacha.

Entonces, un anciano del pueblo, que había estado observando desde la línea de meta, se acercó a ellos.

-Los vi correr, y también vi cómo se olvidaron de algo muy importante: el respeto hacia los demás. La carrera no solo se trata de quién llega primero; se trata de disfrutar el momento y apoyar a los amigos.

Los tres amigos lo miraron con sinceridad, dándose cuenta de que habían dejado que la competencia arruinara no solo su momento, sino también su amistad.

-¿Te gustaría contarnos más sobre eso? -preguntó Lila.

El anciano les habló de la importancia de la unión y de cómo el respeto en cualquier actividad permite disfrutar y vivir experiencias significativas.

Esa tarde, prometieron mostrarse respeto y apoyo en cualquier actividad que hicieran juntos, sin importar si ganaban o perdían. Desde entonces, se volvieron los mejores compañeros, recordando que lo más importante es disfrutar del viaje juntos.

Moraleja: "El verdadero valor de una competencia no está en ganar, sino en el respeto y la amistad que mantenemos en el camino."

FIN.

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