El respeto en escena
Había una vez una niñera llamada Ana que cuidaba a dos niños, Martín y Lucas, y a una niña llamada Sofía. Todos los días después de la escuela, los tres niños se reunían en casa para jugar juntos.
Un día, Ana decidió enseñarles sobre el valor del respeto. Les explicó que el respeto era tratar a los demás como nos gustaría ser tratados. Les dijo que debían ser amables y considerados con sus amigos y hermanos.
Martín era un niño muy activo y siempre quería jugar al fútbol. A menudo, no tenía en cuenta si Sofía o Lucas también querían participar en el juego. Esto hacía sentir mal a sus hermanos pequeños.
Un día, Ana organizó un juego de roles para enseñarles cómo se sentían cuando no eran tomados en cuenta. "Vamos a hacer una obra de teatro", dijo Ana emocionada. "Cada uno de ustedes representará a alguien diferente".
Martín interpretaría al niño egoísta, Lucas sería el niño triste y Sofía haría de la niña ignorada. Mientras jugaban su papel, Martín comenzó a darse cuenta de cómo se sentían sus hermanos cuando él solo pensaba en sí mismo.
Después de terminar la obra de teatro, todos se sentaron juntos para hablar sobre lo que habían aprendido. "- Me di cuenta de que no es justo solo pensar en mí mismo", dijo Martín con voz apenada.
Ana sonrió orgullosa y les recordó lo importante que era respetarse mutuamente. Les propuso hacer un pacto: cada uno tendría turnos para elegir qué juego jugarían, y todos debían respetar esa elección. Los niños estuvieron de acuerdo y comenzaron a poner en práctica el pacto.
Martín aprendió a escuchar las ideas de Sofía y Lucas, y a veces incluso elegía juegos que no eran su favorito. Con el tiempo, los tres niños se volvieron más unidos y felices.
Aprendieron que cuando se respetan mutuamente, la diversión es mucho mayor. Un día, Ana les sorprendió con una actividad especial. Había organizado una competencia de dibujo entre ellos tres. Cada uno debía hacer un dibujo mostrando cómo creían que era el respeto.
Después de mucho esfuerzo e imaginación, los niños presentaron sus dibujos ante Ana.
El dibujo de Martín mostraba a los tres jugando juntos sin pelearse; el de Lucas representaba compartir juguetes; y el de Sofía mostraba a los tres abrazándose como símbolo de amistad. Ana quedó impresionada por la creatividad y comprensión que habían demostrado en sus dibujos. "- Ustedes han entendido muy bien lo que significa respetarse", dijo con orgullo.
Desde aquel día, Martín, Lucas y Sofía continuaron siendo grandes amigos. Aprendieron la importancia del respeto no solo en casa, sino también en la escuela y con otras personas.
Y así fue como Ana logró enseñarles una valiosa lección sobre el respeto mientras disfrutaban juntos todas las tardes. Los niños comprendieron que al valorarse mutuamente podían construir relaciones fuertes y duraderas basadas en la amistad verdadera.
FIN.