El resplandor de Aurora
Había una vez en un bosque encantado, un árbol muy especial llamado Aurora.
Este árbol no era como los demás, ya que cada vez que sus hojas caían al suelo, en lugar de marchitarse y descomponerse, se convertían en hermosas flores llenas de colores brillantes y radiantes. Un día, Aurora notó que el bosque estaba más triste de lo habitual. Los animales parecían estar preocupados y la energía del lugar no era la misma.
Decidió entonces hablar con sus amigos del bosque para descubrir qué estaba sucediendo. "Hola amigos queridos", saludó Aurora a todos los habitantes del bosque.
"¿Por qué veo tanta tristeza en sus rostros?"El conejo Saltarín fue el primero en responder: "Aurora, desde hace unos días las flores han perdido su color y las frutas no saben tan dulces como antes".
La ardilla Traviesa agregó: "Sí, además el arroyo parece estar más oscuro y el canto de los pájaros ya no es tan alegre como solía ser". Aurora reflexionó por un momento y luego les dijo con optimismo: "No se preocupen amigos, tengo una idea que seguramente traerá de vuelta la belleza y alegría a nuestro querido bosque".
Sin perder tiempo, Aurora dejó caer algunas de sus hojas al suelo. En ese instante, las hojas se transformaron mágicamente en cientos de flores multicolores que iluminaron todo el bosque con su resplandor.
Los animales quedaron maravillados ante tal espectáculo y sintieron cómo la alegría volvía a sus corazones. La belleza invadió cada rincón del bosque restaurando la armonía perdida. "¡Oh Aurora! ¡Eres realmente increíble!", exclamaron todos los animales emocionados.
Desde ese día, cada vez que el bosque necesitaba un poco más de belleza y alegría, Aurora compartía generosamente sus hojas transformadoras con todos los habitantes del lugar.
Y así, gracias al espíritu solidario y amoroso de Aurora, el bosque encantado continuó siendo un lugar lleno de magia donde la belleza y la alegría florecían eternamente para recordarles a todos que juntos podían superar cualquier adversidad.
FIN.