El Resplandor de Iris
Había una vez en un bosque encantado, donde los duendes jugaban y las hadas bailaban alrededor de una laguna mágica.
En ese lugar tan especial vivía un duende llamado Tristón, quien siempre se sentía triste porque no podía encontrar su sonrisa. Un día, mientras paseaba por el bosque, Tristón escuchó un sonido melodioso que lo hizo detenerse en seco. Siguió el sonido hasta llegar a un baúl antiguo y misterioso que estaba escondido detrás de unos arbustos.
Con curiosidad, abrió el baúl y descubrió dentro de él un arcoíris brillante y resplandeciente. - ¡Oh! ¿Qué maravilla es esta? -exclamó Tristón sorprendido. De repente, el arcoíris cobró vida y comenzó a hablar:- Soy Iris, el espíritu del arcoíris.
He estado atrapado en este baúl por mucho tiempo esperando a alguien como tú para liberarme. Tristón no podía creer lo que veían sus ojos.
Iris le explicó que solo aquellos con un corazón puro y valiente podían liberarlo del baúl encantado. Sin dudarlo, Tristón prometió ayudar a Iris a regresar al cielo donde pertenecía. Juntos emprendieron un viaje lleno de aventuras por el bosque encantado.
En su camino encontraron obstáculos como una enorme piedra que bloqueaba su paso y criaturas mágicas que intentaban detenerlos. Pero con valentía y determinación lograron superar cada desafío. - ¡No te rindas, Tristón! -animaba Iris-. Eres más fuerte de lo que crees.
Finalmente llegaron a la laguna mágica donde debían liberar al arcoíris. Pero justo cuando estaban a punto de lograrlo, apareció un duende malvado llamado Grimbolín quien quería apoderarse del poder del arcoíris para sí mismo.
- ¡Nunca permitiré que eso suceda! -gritó Tristón enfrentando a Grimbolín con determinación. Una gran batalla se desató entre los dos duendes mientras Iris brillaba con intensidad sobre la laguna. Con un último esfuerzo, Tristón logró derrotar a Grimbolín y liberar completamente al arcoíris.
Al ver la luz brillante del arcoíris iluminando todo el bosque, Tristón sintió algo cálido en su pecho: era su sonrisa perdida finalmente regresando a él. - ¡Gracias por tu valentía, Tristón! -dijo Iris emocionado-.
Ahora podré volver al cielo y seguir pintando hermosos colores en el mundo. Desde ese día, Tristón nunca volvió a sentirse triste.
Siempre recordaba la increíble aventura que vivió junto a Iris y cómo juntos demostraron que con coraje y bondad se pueden superar cualquier obstáculo en la vida. Y así, el bosque encantado siguió llenándose de magia gracias al brillo eterno del arcoíris liberado por un pequeño duende con un gran corazón.
FIN.