El resplandor de la amistad estelar


Había una vez un niño llamado Tomás que vivía en una pequeña casa en el campo.

Un día, mientras su mamá tenía que ir al pueblo a hacer unas compras, lo dejó solo en casa con la advertencia de no salir y portarse bien. Tomás se quedó mirando por la ventana, viendo como caía la tarde y las estrellas comenzaban a brillar en el cielo. De repente, una estrella especialmente brillante captó su atención.

Parecía destellar de forma diferente, como si quisiera comunicarse con él. Intrigado, abrió la ventana y empezó a hablarle:- ¡Hola estrella! ¿Cómo te llamas? -preguntó Tomás con curiosidad.

La estrella parpadeó más fuerte y una voz suave resonó en la habitación: "Soy Estrellita, ¿y tú?"- ¡Soy Tomás! ¿Qué haces ahí arriba tan solita? Estrellita explicó que ella era especial porque había escuchado los deseos de los niños y les concedía uno cada noche.

Sin embargo, últimamente se sentía triste porque muchos niños habían dejado de creer en la magia de las estrellas. Tomás se entristeció al escuchar esto y decidió ayudar a Estrellita a recuperar la fe de los niños.

Juntos idearon un plan: cada noche contarían una historia mágica sobre las estrellas para recordarles lo hermosas que eran. Los días pasaron volando y Tomás esperaba ansioso la llegada de la noche para encontrarse con Estrellita y compartir nuevas historias.

Pronto, otros niños del pueblo comenzaron a notar cómo las estrellas parecían brillar con más intensidad y misterio. Una noche, mientras contaban una historia sobre constelaciones, algo inesperado ocurrió: las estrellas empezaron a moverse formando figuras en el cielo.

Los niños del pueblo salieron corriendo de sus casas asombrados por el espectáculo celestial. - ¡Mira Tomás! ¡Las estrellas nos están mostrando su magia! -exclamaba emocionado un niño del pueblo.

Estrellita sonreía feliz al ver cómo los niños volvían a creer en la magia de las estrellas gracias a Tomás. Desde ese día, todas las noches se reunían para disfrutar del espectáculo nocturno creado por las propias estrellas.

Y así, gracias a la valentía e imaginación de un niño llamado Tomás, Estrellita recuperó su brillo y los corazones de todos los niños volvieron a iluminarse con el poder de la magia y la amistad verdadera.

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