El Resplandor de la Amistad Eterna
Había una vez, en el hermoso pueblo de Xelajú, cinco amigas muy especiales: Ixchel, Juana, María, Sofía y Valentina.
Ellas eran conocidas por su valentía y bondad, así como por llevar siempre con orgullo los coloridos huipiles que las identificaban. Un día soleado, mientras caminaban por el bosque cercano al pueblo, se encontraron con un anciano sabio que les dijo: "Para encontrar el Resplandor de las Estrellas y cumplir sus deseos más profundos, deberán superar tres desafíos".
Las niñas se miraron entre sí con determinación y aceptaron el reto. El primer desafío consistía en escalar la montaña más alta de la región. Sin dudarlo, comenzaron la travesía.
"¡Vamos chicas! ¡Podemos lograrlo si trabajamos juntas!", exclamó Juana. Con esfuerzo y apoyándose mutuamente, alcanzaron la cima justo cuando el sol empezaba a ocultarse detrás de las montañas. Desde allí arriba contemplaron maravilladas cómo las estrellas comenzaban a brillar en el cielo nocturno.
El segundo desafío era cruzar un río caudaloso que separaba al pueblo de una misteriosa cueva donde se decía que se encontraba el Resplandor de las Estrellas.
Valentina propuso construir un puente con ramas y hojas para poder avanzar juntas hacia su destino. "¡Nada es imposible si trabajamos en equipo!", afirmó Sofía mientras cruzaban el río sin contratiempos gracias a su ingeniosa idea.
Al llegar a la cueva oscura e intrigante, se enfrentaron al último desafío: resolver un acertijo antiguo para liberar el Resplandor de las Estrellas. Concentradas y uniendo sus mentes brillantes, descifraron el enigma y una luz cegadora iluminó la cueva revelando un tesoro radiante lleno de estrellas centelleantes.
"Lo hemos logrado", exclamó María emocionada mientras tomaban cada una una estrella brillante como símbolo de su amistad eterna. Al regresar al pueblo llevando consigo el Resplandor de las Estrellas, fueron recibidas con alegría y admiración por todos los habitantes.
Desde ese día en adelante, cada noche podían verse desde lejos cinco destellos brillantes surcando los cielos como recordatorio del valor y la amistad inquebrantable que compartían Ixchel, Juana, María, Sofía y Valentina.
FIN.