El resplandor del amor



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Encantia, una niña llamada Masha. Masha tenía el pelo dorado como los rayos del sol y unos ojos brillantes llenos de amor y curiosidad.

Desde muy pequeña, le fascinaban los unicornios y soñaba con tener uno como amigo. Sin embargo, algo triste estaba ocurriendo en el país siempre mágico donde vivían los unicornios. La magia se estaba debilitando poco a poco y los unicornios estaban desapareciendo.

Cada día que pasaba, eran menos los que quedaban en ese lugar tan especial. Un día, mientras paseaba por el bosque cercano a su casa, Masha escuchó un llanto débil proveniente entre los árboles.

Siguiendo el sonido, encontró a un pequeño unicornio blanco llamado Arcoíris. Sus ojos estaban apagados y su cuerno había perdido su brillo característico. Masha se acercó con ternura al unicornio herido y le preguntó qué le había pasado.

Arcoíris le contó que la magia de su país siempre mágico se estaba apagando y sin ella no podía volver a casa junto a sus amigos unicornios. Conmovida por la tristeza del pequeño Arcoíris, Masha decidió ayudarlo.

Le prometió que haría todo lo posible para devolverle la magia a su mundo y traer de vuelta a todos sus amigos. Juntos emprendieron un viaje lleno de aventuras hacia las tierras perdidas donde aún quedaba algo de magia escondida.

Encontraron criaturas mágicas como hadas danzarinas, duendes juguetones y hasta un dragón amistoso que les ofreció su ayuda. Pero a medida que avanzaban, la magia se hacía cada vez más débil.

Masha no se desanimaba y recordaba constantemente a Arcoíris lo importante que era mantener la esperanza viva. Un día, mientras buscaban en una cueva encantada, encontraron un antiguo libro de hechizos olvidado. En él, descubrieron el secreto para restaurar la magia: el amor puro y sincero.

Masha tomó al debilitado Arcoíris entre sus brazos y lo abrazó con todo su cariño. Sus lágrimas de amor cayeron sobre el cuerno del unicornio, devolviéndole su brillo perdido. La magia renació dentro de él y comenzó a emanar una luz resplandeciente.

Con la magia restaurada en Arcoíris, Masha supo que había llegado el momento de regresar al país siempre mágico. Juntos emprendieron el viaje de vuelta y cuando llegaron allí, fueron recibidos con alegría por los demás unicornios.

La magia volvió a florecer en cada rincón del país siempre mágico gracias al amor incondicional de Masha hacia los unicornios. Ahora todos podían vivir felices rodeados de maravillas mágicas.

Desde ese día, Masha se convirtió en la protectora especial del país siempre mágico y visitaba regularmente a sus amigos unicornios. Siempre les recordaba lo importante que era cuidar su hogar y mantener viva la magia con amor y bondad.

Y así, Masha y Arcoíris demostraron al mundo que el amor y la esperanza pueden hacer cosas maravillosas, incluso restaurar la magia en los corazones más apagados.

FIN.

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