El Reto de Pedro y la Navidad
Era una mañana de diciembre y el aire fresco se llenaba de entusiasmo por la llegada de la Navidad. Pedro, un niño de ocho años, estaba sentado en su habitación, rodeado de juguetes. Pero a pesar de tener todos esos juegos, había algo que realmente deseaba: muchos regalos.
Sus padres, que siempre intentaban ser comprensivos, ya habían notado que Pedro, aunque inteligente y simpático, a veces se portaba un poco mal. No era raro que desordenara su cuarto, se peleara con su hermana o se olvidara de ayudar en casa.
Una tarde, mientras estaban sentados a la mesa, su mamá le dijo:
"Pedro, estamos muy contentos porque se acerca la Navidad, pero queremos hablar contigo sobre cómo te has portado últimamente."
"¿Qué pasa?" - preguntó Pedro, encogiéndose de hombros.
"La Navidad es un momento especial, y creemos que los regalos no son solo para quienes se portan bien, sino para aquellos que realmente lo merecen. ¿Qué te parece un reto?" - propuso su papá, tomándole la mano. "Si desde hoy hasta el 25 de diciembre te portas bien, te ayudaremos a enviar la carta a los Reyes Magos por todos los regalos que deseas."
Pedro, con los ojos brillantes, asintió rápidamente:
"¡Sí, lo haré! Me portaré súper bien, lo prometo."
Los días pasaron y Pedro se esforzó por cumplir su promesa. Ayudaba a su hermana a recoger sus juguetes, ordenaba su cuarto y, sobre todo, dejaba de pelearse.
Sin embargo, a medida que avanzaba el tiempo, el desafío se tornaba más complicado. Un día, fue a jugar con sus amigos y, al regresar, se sintió un poco cansado.
"No quiero ordenar mi cuarto hoy" - pensó.
De repente, pudo escuchar la voz de su mamá recordándole el reto:
"Recordá que los regalos se ganan con buenas acciones, Pedro."
Entonces, decidió que haría un esfuerzo:
"Okay, hoy lo haré, pero después de jugar un rato más."
Sin embargo, tras jugar, se olvidó por completo y dejó su habitación en un caos. Al día siguiente, sus padres se dieron cuenta.
"Pedro, hemos visto que no estás cumpliendo con tu parte del trato. ¿Qué pasó?" - le preguntó su mamá con preocupación.
Pedro se mordió el labio y se sintió un poco avergonzado:
"Lo siento, es que me olvidé y estaba divertiéndome mucho."
Sus padres sonrieron, pero también le recordaron:
"Cada día es una nueva oportunidad. No te desanimes. Lo importante es que intentes de nuevo. A veces, toda la energía que ponemos en ser buenos nos trae sorpresas más lindas."
Pedro reflexionó y decidió que no se rendiría. A partir de entonces, cada día se esforzaría un poco más. Colaboraba en la cocina, ayudaba a su hermana con sus tareas y hasta le dio una mano a sus vecinos ancianos.
Al acercarse la fecha, notó un cambio en él mismo. Ya no solo se portaba bien para los regalos; ahora disfrutaba ayudar a los demás.
Finalmente, el 24 de diciembre, estaba listo para enviar su carta a los Reyes Magos. Con una sonrisa en su rostro, se sentó a escribirle a los Reyes:
"Queridos Reyes Magos, he intentado portarme bien y ser un mejor niño. Si pudiera pedir algo, me gustaría que todas las familias pudieran sonreír en Navidad. También, si no es mucho pedir, un par de juguetes para mí. Muchas gracias."
Su mamá lo vio y le dijo:
"Qué lindo lo que pediste, Pedro. La Navidad se trata de compartir y hacer felices a los demás. Estoy muy orgullosa de ti."
En esa noche mágica, Pedro durmió tranquilo, sabiendo que había disfrutado no solo de la expectativa de los regalos, sino también de la alegría de ser un mejor niño. Al despertar, encontró algunos regalos bajo el árbol, pero también había un regalo más grande: el orgullo de haber hecho lo correcto y la felicidad en su hogar.
Y así, Pedro no solo aprendió el valor de la Navidad, sino también lo importante que es ser bondadoso y ayudar a los demás.
Desde aquel diciembre, no solo esperó la llegada de los Reyes, sino que sostuvo en su corazón que cada día puede ser Navidad, si uno aprende a dar lo mejor de sí mismo.
FIN.