El Rey Aburrido y el Tesoro del Entretenimiento
Hace mucho tiempo, en la India, un poderoso rey estaba enfermo de aburrimiento. Lo tenía todo: riquezas, tierras y un palacio brillante, pero nada lo entretenía y eso lo hacía infeliz.
Un día, cansado de su rutina monótona, reunió a sus consejeros en la corte. Con voz solemne, les dijo:
"He decidido que el que logre sacarme de este estado de aburrimiento, podrá pedir lo que quiera".
Todos los consejeros se miraron entre sí, asustados por la tarea que tenían por delante. Uno de ellos, el sabio consejo conocido como Chandar, se levantó con determinación:
"Majestad, quizás lo que necesite no sea otra cosa material, sino algo que despierte su imaginación".
El rey, intrigado, preguntó:
"¿Y cómo piensas hacerlo?".
Chandar sonrió y dijo:
"Haré que nuestro pueblo participe. Organizaré un gran concurso de cuentos en el que todos quienes tengan una historia que contar vengan a compartirla ante usted".
El rey asintió, entusiasmado ante la idea. Al día siguiente, un gran estandarte fue levantado en la plaza, y el pueblo se reunió para narrar sus relatos. Lindos cuentos sobre amor, amistad, valentía y fantasía empezaron a resonar en toda la corte.
Desde un rincón, una niña llamada Meera levantó la mano con timidez. Mientras todos los otros narradores hablaban con voz fuerte, ella susurró:
"Yo tengo una historia que contar".
El rey, curioso, la eligió para que se acercara. Meera comenzó a narrar sobre un pequeño pájaro llamado Bittu:
"Bittu era un pajarito que no podía volar, pero soñaba con tocar el cielo. Un día, decidió emprender un viaje y encontrar a otros animales que pudieran ayudarlo. En el camino, se enfrentó a muchas dificultades, pero nunca se rindió".
El rey, cautivado, escuchaba cada palabra. La historia de Bittu se desarrollaba con emoción y aventuras, y, al final, el pajarito logró volar gracias a la ayuda de un grupo de amigos que conoció en su aventura.
Cuando Meera terminó, un silencio profundo cubrió la sala. El rey alzó la mano y exclamó:
"Esta historia me ha dado un nuevo sentido de aventura y amistad. Nunca había oído algo tan hermoso".
Pero no todo fue fácil, ya que Chandar se acercó para advertir:
"Majestad, Meera es solo una niña. Las historias pueden ser entretenidas, pero no olvidemos que necesitamos algo más grande para encender su fe en la felicidad".
El rey reflexionó sobre las palabras de Chandar. Así que decidió hacer algo especial: invitó a Meera y a los demás narradores a una gran fiesta, no solo para celebrar la creatividad del pueblo, sino también para unir a todos.
En la fiesta, hubo música, danzas, y desde ese día, el rey no solo escuchó historias, sino que también se volvió parte de ellas. Comenzó a compartir sus propias aventuras junto al pueblo, organizando actividades en las que todos podían participar.
Con el paso del tiempo, el aburrimiento desapareció del reino. El rey descubrió que la felicidad estaba en las experiencias compartidas y las conexiones con la gente. Agradeció a Meera y al pueblo en un gran banquete, donde dijo:
"Lo que he aprendido es que la verdadera riqueza se encuentra en las historias que compartimos y en la comunidad que formamos".
Desde ese día, el rey siempre recordaría que la felicidad se alimenta de la imaginación y el amor compartidos. Y así, el poderoso rey se convirtió en el rey más feliz de toda la India, cuyas noches estaban llenas de cuentos, risas, y un pueblo unido.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.