El rey de los corazones
Había una vez en un reino lejano un niño llamado Mateo. Mateo era el príncipe heredero al trono, pero a diferencia de los demás príncipes, él no anhelaba ser rey.
Lo que realmente deseaba era vivir como un humilde campesino, trabajar la tierra con su caballo y compartir todo lo que tuviera con los demás.
Un día, mientras paseaba por los campos del castillo en compañía de su fiel corcel Blanco, Mateo se encontró con una anciana muy sabia que le dijo: "Pequeño príncipe, tienes en tus manos el poder de elegir tu destino. No es más rico quien más tiene, sino quien sabe dar amor y paz a su alrededor".
Estas palabras resonaron en el corazón de Mateo y despertaron en él una determinación aún mayor de seguir sus sueños. Así que una noche, decidió escapar del castillo y emprender un viaje hacia la sencillez y la bondad.
Durante su travesía, Mateo ayudó a los necesitados que encontraba en su camino, compartió sus alimentos con los hambrientos y consoló a los afligidos. Pronto se ganó el cariño y la admiración de todos aquellos a quienes había ayudado.
Un día, cuando llegó a un pequeño pueblo donde reinaba la tristeza y la discordia, Mateo decidió intervenir. Con sabias palabras logró reconciliar a las familias enfrentadas, sembrando así la semilla de la armonía entre ellos.
La noticia sobre las buenas acciones del joven príncipe pronto llegó a oídos del rey. Al enterarse de las virtudes de su hijo heredero, el rey comprendió que no todos estaban destinados a seguir el mismo camino y decidió respetar la elección de Mateo.
Finalmente, tras recorrer muchas tierras sembrando amor y compasión por doquier, Mateo regresó al castillo convertido en un verdadero líder para su pueblo.
Aunque renunciara al trono real para vivir como campesino junto a su caballo Blanco, se convirtió en el rey más amado y respetado por todos. Y así fue como Mateo demostró que no es más rico quien acumula tesoros materiales, sino aquel que atesora bondad en su corazón y comparte esa riqueza con los demás. Fin
FIN.